Opinión

Revoluciones de Vigo

La construcción del puente de Rande con la culminación de la autopista gallega, la autovía a Madrid, Abrir Vigo al Mar y pronto la conexión ferroviaria de alta velocidad con Madrid (aunque dando un lamentable rodeo por Santiago, ya no hay remedio) son algunos de los hitos en el plano de las grandes obras en esta ciudad por cuanto supusieron cambios relevantes, de fondo, en la forma de vida de los vigueses. Aunque en todos los casos, por un motivo o por otro, llegaron tarde, fueron éxitos rotundos. Por el camino se quedaron al menos dos actuaciones interesantes que de ejecutarse habrían revolucionado la forma de entender la Muy Leal: el metro y el segundo puente. 
Sobre el metro, decir que hubo al menos cuatro intentos de articular un sistema de transporte urbano rápido y eficiente, siendo el primero de ellos el que estuvo más cerca de convertirse en realidad tras un acuerdo entre el Concello y la Xunta para realizar el estudio de viabilidad y el proyecto inicial, que estuvo durante años almacenado en tomos en el consistorio. Era una especie de tranvía moderno, por superficie, circular y hacia la playa. Luego llegaron otros tres planes, incluso con una línea subterránea y de ámbito metropolitano. Nunca más se supo y es una lástima.
El segundo puente fue una iniciativa que encabezó la Confederación de Empresarios, con Alvariño a la cabeza, y que contemplaba construir un viaducto directo desde Vigo a Cangas, partiendo de Alcabre o el relleno de Bouzas. Un Golden Gate que cruzaría la Ría y convertiría a Cangas y Vigo en dos barrios de la misma ciudad. Lógicamente, fue imposible. No sólo porque iba a ser un puente de peaje blando, sino por la falta absoluta de entusiasmo ciudadano. Como tampoco en la playa al pie del relleno de Bouzas. O con Porto Cabral. Continuará...

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