Mercantil y Náutico protagonizaron durante décadas la actividad social, cultural y deportiva de Vigo en una sorda competencia. En la ciudad del Castilo, el Mar y el Olivo uno era del Mercantil o del Náutico y raros eran los que mantenían la doble inscripción. O uno, o el otro. El Mercantil era más popular y la construcción de la Ciudad Deportiva le dio un impulso brutal y una avalancha de altas. El Náutico era, digamos, más elitista, como la práctica deportiva de la vela, más hace 40 años que ahora. El Mercantil tenía su sede de Príncipe, que era un referente, y la Ciudad Deportiva, donde se podía ir en verano y a las fiesta de fin de año, todo un clásico. El Náutico, la piscina, que era un oscuro objeto del deseo para los que no socios. Era otra ciudad, en la que no había casi nada y donde los vigueses se las arreglaban sumándose a una de las dos sociedades, que en esos momentos, años setenta sobre todo, sumaban miles de abonados. Luego todo cambió. Para mejor. Pero significó el inicio de la decadencia de las sociedades. Algunas desaparecieron, como el Casino de Vigo, y otras fueron menguando. Entre ellas, también Mercantil y Náutico, que recientemente han estado a punto de la liquidación por el peso de sus respectivas deudas. El Mercantil vendió su sede y salvó el match point... de momento. El Náutico espera salir del bache dentro de un mes al superar el concurso de acreedores. El Náutico propuso una fusión con el Mercantil que era adecuada por complementaria. No pudo ser. Cada grupo seguirá por su cuenta, pero parece difícil que ahora haya sitio para dos. Sólo puede quedar uno.
