Opinión

la galicia a dos velocidades

Por fin se ha aprobado la unión del Noroeste al Corredor Atlántico europeo del ferrocarril -del que estaban fuera las comunidades atlánticas, paradójicamente- poniendo final a un error cometido por desidia, distracción o razones más oscuras. El Corredor es básicamente una línea central europea de mercancías, y por tanto, financiable por las instituciones comunitarias. Oporto está desde el principio y Galicia estaba ausente en su totalidad. Ahora la cosa se equilibra, aunque no del todo y además habrá que esperar. Pero lo principal está hecho: en esta ocasión, al contrario de lo que ocurrió con el AVE al rechazarse el trazado en “L” que habría resuelto la comunicación de viajeros, se ha actuado con reflejos para evitar que se consumara el desastre y fuera tarde. Para ello ha hecho falta que se movieran los empresarios de tres comunidades y sus respectivos gobiernos, y que el Ejecutivo asumiera como propia la labor de rectificación en Bruselas. Se ha conseguido y eso es lo que importa, con el añadido de que también entra, aunque en categoría inferior, la conexión con Oporto. Servirá para que se pueda encarar de verdad la salida sur, hoy una utopía: una nueva línea que revolucionará el transporte en tren tanto para mercancías como para carga y que convertirá la estación de Urzaiz en pasante, en lugar de fondo de saco, con retroceso hasta Redondela. No será mañana, pero se hará, con más seguridad que la variante por Cerdedo, en el sueño eterno de estudios informativos.
Mientras Galicia se endereza, el desequilibro crece en el interior, con dos velocidades, interior y exterior, y dos grandes áreas urbanas llevan el timón: la de A Coruña claramente líder sobre la de Vigo en todo (PIB, renta) salvo en población, que por otra parte aún es lo más importante.

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