Opinión

La fusión que urge

Desde que la Xunta puso en marcha el plan de fusión voluntaria de ayuntamientos ha habido dos uniones, una en la provincia de A Coruña y otra en la de Pontevedra. Y nada más. En cambio, en los últimos años del siglo XX se segregaron Burela y A Illa, así que el partido ha quedado empatado y con una conclusión: por la vía voluntaria va a ser más que difícil que avance la confluencia municipal. y por la vía obligatoria habría enormes reticencias, incluso entre los ayuntamientos más pequeños, apegados como están sus vecinos a sus respectivos municipios, por reducida que sea la población. Pero ésta y no otra fórmula fue utilizada en Grecia o Portugal para poner algo de orden en un mapa que se había quedado obsoleto. Y funcionó muy bien. También se hizo en el país vecino en otros ámbitos, destacando el portuario, con la integración forzosa "manu militari" de las autoridades marítimas de Douro-Oporto, Matosinhos y Viana do Castelo en el Puerto de Leixoes, ahora un gigante. Plantear esto en Galicia resulta impensable.

Y sin embargo, Vigo es el mejor ejemplo de que la fusión es un camino de éxito, aunque difícil de gestionar. Esta ciudad no es en realidad más que el resultado de la progresiva integración de los municipios vecinos, comenzando por Fragoso en el siglo XVI y siguiendo con Bouzas y Lavadores en el XX. Si cada uno hubiera seguido su propio camino la ciudad del Olivo, el Mar y el Castillo sería hoy otra cosa, y no mejor, con muchos menos servicios administrativos y judiciales y dotaciones sociales y culturales e infraestructuras. Véase el caso de Ferrol, paradigmático.

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