Opinión

La estación que desaparece

Vigo estrenará estación de autobuses integrada en un complejo único con la del ferrocarril en un plazo de quizá dos años. No es una quimera ni una propuesta más o menos viable, sino un proyecto que ya cuenta con permisos, está coordinado con todas las instituciones y dispone de presupuesto aprobado por la Xunta, que lo asume en su totalidad. La presentación de ayer no sólo pone en marcha el reloj para la construcción de la terminal de Urzaiz sino también para el cierre en la avenida de Madrid, que nunca funcionó del todo. La historia de la estación de buses se remonta al cortísimo, pero muy eficiente, mandato en la Xunta de Fernando González Laxe, apenas dos años de gobierno. En este tiempo creó la Universidad de Vigo -y la de Coruña, de rebote- pese a que los informes técnicos eran negativos, y ha sido el mejor regalo para Nuestro Vigo desde la creación de Zona Franca que permitió la implantación de PSA. Fraga, que era muy partidario de centralizar, no lo hubiera hecho. Cuando llegó al Gobierno gallego se encontró que era irreversible, aunque suya fue la responsabilidad de que no se abriera en Vigo la segunda facultad de Medicina de Galicia, que estaba prevista. Quizá tuviera cierta razón por su alto coste, pero lo cierto es que había un pacto que se incumplió.
A la vez que la universidad, Laxe propuso a los alcaldes que pidieran una actuación concreta. Y Manuel soto, entonces regidor, quiso una estación de buses, que se planificó y construyó en tiempo récord. El resto es conocido, incluida la  poca fortuna del lugar elegido, lejos de todo, un lastre. Ahora se prevé su conversión en parking disuasorio para los conductores que entran en Vigo. Continuará...

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