Opinión

La competencia, que aprieta

H ace 40 años, la factoría de Vigo era la única en la península del grupo Citroën, con capital español. Luego llegó la absorción en PSA, pero Peugeot ya tenía una fábrica en España, en Madrid. Así que ya eran dos. Más tarde se abrió otra planta de montaje en Portugal, pequeña y vinculada con la viguesa, pero así ya eran tres. Y recientemente PSA absorbió a Opel, que cuenta en Zaragoza una de sus mayores instalaciones. Y pasaron a ser cuatro. Ahora viene la operación con la Fiat, que no tiene fábricas en España, pero sí en Europa, fusionándose con PSA en una sola empresa, que será la cuarta del mundo. Parece evidente que antes o después el nuevo gigante readaptará su producción a sus distintas marcas y eso sólo puede significar cierres o reducciones. Nada que no se conozca: en Balaídos llegaron a trabajar hasta 10.000 personas, y ahora sólo tras la incorporación del turno perdido llegan de nuevo a 6.000. Lo mismo se puede decir de la industria auxiliar, que probablemente tendrá que asimilar la fusión de las dos compañías automovilísticas. Vaya por delante: sobre todo es una oportunidad para Vigo, pero asumamos que también hay riesgos y no pequeños: la planta viguesa se convierte en un astro más girando en una constelación cada vez mayor, ahora franco-italiana y que tendrá su sede en Holanda.
Lo mismo pasa con el otro soporte de la economía local. Vigo era hasta hace no tanto el único puerto de contenedores en el Noroeste, pero ahora hay tres más en Galicia y además no deja de crecer Leixoes, en Oporto, con su política comercial tan agresiva como exitosa. Ferrol ha sido el último en llegar, de momento con escasos resultados, pero como Marín, sus responsables buscarán pescar en el banco vigués, que es el mayor tráfico de mercancía con diferencia. Ya lo ha hecho con la apertura de una línea de CMA, que lógicamente supondrá que carga que hasta ahora estibaban para sus clientes en Guixar comenzará a hacerlo en el muelle exterior de la ciudad departamental. También Vilagarcía ha ido creciendo y no digamos el puerto de la Ría de Pontevedra, que se anotó su mayor tanto al llevarse Maersk, aunque luego la compañía marítima tuvo que dar marcha atrás y mantener doble escala en Vigo. La competencia aprieta.

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