Opinión

El lado malo de Europa

No ha tenido suerte Vigo con decisiones de la Comisión Europea, el gobierno comunitario. La lista no es corta y ayer se amplió con otro asunto no menos inquietante relativo a las ayudas públicas recibidas por la planta PSA que servirían para el lanzamiento de sus nuevos modelos, lo que a priori suena a otra de trágicas consecuencias sobre el “tax lease”. El caso se acaba de poner en marcha y es probable que se alargue durante meses o año. Por tanto, en el mejor de los casos habrá ruido e incertidumbre durante un tiempo y en el peor, mejor no pensarlo.
Antes, la Comisión Europea se había fijado en Vigo en tres cuestiones, todas relevantes. La primera, la orden de desguace de parte de la flota pesquera, una medida dura y de impacto que todavía se está digiriendo. La segunda, cuando la CE condenó sin paliativos a la Ría de Vigo tras una denuncia de unos vecinos de Moaña que acabó en una multa por considerar que las aguas no estaban en condiciones para la cría de moluscos bivalvos, lo que supuso una propaganda muy negativa -poco menos que la Ría era una cloaca se llegó a decir- pero que acabó por obligar a construir una depuradora de mayor potencia, ya en servicio. La tercera acción fue todavía más dura y sus consecuencias perdurables en el tiempo, esta vez con una denuncia desde Holanda contra el sistema de ayudas, el famoso "Tax Lease", asumida con extraño entusiasmo por el ponderado Almunia, y que sirvió para hundir el naval con todo éxito, pese a que finalmente el tribunal comunitario le dio la razón a los astilleros vigueses. Todavía estamos a la espera de una reparación.
Cierto que la entrada en la UE fue un éxito: mejoró y modernizó el país, pero Vigo ha pagado un duro peaje. Eso también.

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