Opinión

El desierto

Uno de los raca-raca que más suenan en esta ciudad es el que se refiere a los centros comerciales o si se prefiere, a la negativa radical a que se autoricen más. Viene a cuento porque esta semana el Concello ha decidido pisar el acelerador para evitar que en la urbanización Cruceiro, en Navia, se repita lo ocurrido donde hace diez años. Entonces se iba a implantar el segundo centro de El Corte Inglés, lo que no ocurrió tras decidir Urbanismo cambiar las condiciones del ámbito, con mayores cargas y vivienda protegida. El resultado fue que El Corte no hizo la inversión, construyó un segundo centro en Coruña y que tampoco se desarrolló la superficie. Ahora, con buen criterio, el Concello quiere aprovechar la oportunidad de que otra gran superficie quiere instalarse, y de ahí la urgencia a desarrollar la zona vía ordenación provisional, ante la inexistencia de un Plan General puesto al día.
No han pasado ni 24 horas cuando Pérez Igrexas, concejal del BNG desautorizado recientemente en Pontevedra, ha cargado contra dicha actuación. Antes lo hizo Marea, que mantiene el mismo punto de vista: “no” a los centros comerciales porque están convencidos de que hunden el comercio local, y además afirman que los que ya funcionan están “desertizados”. Lo primero no es cierto y se puede constatar dando un paseo por Vigo. Hay bajos vacíos por todas partes sin necesidad de competencia y los motivos por tanto son otros. Lo segundo es verdad en parte: porque los centros vigueses son todos de segunda generación, con mucho comercial y poco ocio, una fórmula que funcionaba hace unos años pero que ha entrado en crisis absoluta, lo que ha llevado al fracaso de varios proyectos millonarios. El mundo es cambiante y también las grandes superficies, donde ahora prima el tiempo libre como medio para atraer visitantes a las tiendas, única fórmula para competir contra la venta en línea, que arrasa. La prueba está en que miles de vigueses continúan peregrinando a Coruña, Oporto y también a Braga a realizar compras. Bien, de lo que se trata es justo de lo contrario, que portugueses o coruñeses quieran venir a Vigo por ocio, compras y de paso darse una vuelta por la ciudad. Y pasar de exportar a importar. 

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