Opinión

Cíes aguanta, el turismo no

Por segundo año consecutivo las Cíes van a conseguir un lleno total diario, a falta del lunes 31, que todavía contaba ayer con billetes disponibles. No es nada fácil, mucho menos en esta ocasión, con el turismo en retirada y un tiempo que ha sido todo menos veraniego. Los datos de aforos en la Autopista del Atlántico -un termómetro certero de la situación económica y social- confirman lo que habían advertido los hosteleros: la segunda quincena de agosto ha sido letal, con una caída en picado de la llegada de visitantes, a la espera de haya mejores noticias en la primera quincena de septiembre, que tradicionalmente suele ser mejor, pero el optimismo es mínimo. En 2019, casi el 30 por ciento de los turistas a las Rías Baixas eran extranjeros, y en esta ocasión la cifra no pasará del 10, probablemente menos. En cuanto a la llegada de otras partes de España, tampoco hay buenas noticias: la primera quincena se anotó un auge que salvó la temporada, pero los rebrotes han resultado veneno, pese a que los núcleos más afectados están en el Cantábrico y las Rías Altas. Pero es igual: la marca Galicia ha quedado afectada en su totalidad.
Pese a todo ello, las Cíes han mantenido el tipo mucho mejor que el resto: es un destino consolidado y el mejor escaparate para Vigo, junto con la Ría. Antes o después será también un espacio declarado por la Unesco y eso traerá más afluencia, aunque es probable, y deseable, que se pueda repartir durante todo el ejercicio y no sólo en verano. La idea de Cíes como una playa, por muy hermosa que sea, incluso la mejor del mundo, está desfasada y no se corresponde con la realidad de un parque nacional, que es mucho más que un lugar para tomar el sol. 

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