Opinión

Beiramar de nuevo

Hace ya dos años una empresa de supermercados se decidió a pedir al Puerto la concesión de la antigua nave de Frigoríficos Berbés, una ruina, para abrir un establecimiento propio de su marca en Beiramar. Ha pasado todo este tiempo y las cosas han cambiado mucho, salvo la ruina, que aún es más evidente tras varios incendios. Pero como reconocía la Autoridad Portuaria, si fuera hoy, la antigua empresa congeladora se reutilizaría para los mismos fines, porque ahora hay demanda y varias firmas interesadas en reindustrilizar el entorno. Una de ellas ya ha puesto en marcha su proyecto en una instalación abandonada, el complejo liderado por Coper, mientras Atunlo y Frigalsa han recuperado la actividad en otra de Freiremar. 
Beiramar lleva en profunda decadencia desde hace muchos años, quizá desde que la compañía Casa Mar desapareció, y Cordelerías, una empresa auxiliar, quedó abandonada. Casa Mar ya no existe y en su lugar se construyó el Auditorio, que era una buena idea de ciudad: tendría que haber sido el punto de partida para darle una vuela al entorno como una fachada urbana. Pero no ha sido así. Al menos no aún, y la quiebra de la empresa concesionaria, que pagaremos todos los vigueses, confirma que aun queda mucho camino por recorrer para normalizar un entorno que hoy por hoy continúa presidido por la incertidumbre y la contradicción. Cordelerías Mar parece que finalmente se convertirá en el primer gran edificio residencial de la zona, tras la compra por el Grupo Jove, la idea inicial del Plan General de 2008, de transformar la zona en residencial. Pero eso choca con el desarrollo portuario y la reindustrialización de Beiramar. Así es Vigo.

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