Opinión

Basurero alud

Esta misma semana se vino abajo un vertedero de basura que todavía estaba abierto en el País Vasco, dejando dos víctimas a causa del inesperado alud. Es un caso que recuerda otro más cercano geográficamente aunque ya lejano en el tiempo, en Bens, A Coruña, donde sucedió otro tanto y como resultado un muerto que nunca se llegó a encontrar al que le cayeron encima toneladas de residuos urbanos amontonados. 

En Vigo nunca pudo ocurrir algo así gracias a que a principios de los noventa, el ayuntamiento presidido por Carlos Príncipe decidió valientemente el cierre del Zondal, en O Freixo-Valladares, así como la incineradora vecina, que también dejó de prestar servicios una vez se abrió la famosa empacadora que tanto dolor produjo por nada y para nada. Vigo se convirtió en la primera gran ciudad que solucionaba el problema de la eliminación de la basura, que desde 1994 desaparece del municipio cada noche, cargada desde Guixar en tren hasta Cerceda, en las cercanías de Coruña, donde se encuentra instalada la planta de Sogama.

Hace un cuarto de siglo que la empacadora funciona, sin problemas, ruidos ni molestias especiales, y que O Zondal está sellado, convertido hoy en un parque. Nadie que pase al lado -está en la cara del Alba que mira hacia la Ría, para quien tenga curiosidad- podría imaginar que debajo hay todavía miles de toneladas de basura que formaron una auténtica montaña. Que como en el País Vasco y en Coruña se pudo venir abajo, porque tal peligro llegó a existir. Pero no ocurrió gracias a una decisión audaz que ayudó a que desde entonces esta ciudad sea un poco mejor, como el tiempo ha sancionado sobradamente. Y sí, gracias a la empacadora. 

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