Jesús Vázquez Almuiña va a tener esta vez suerte: aterrizará al frente de una institución, la Autoridad Portuaria, que cerrará el año con unos grandes resultados. O dicho de otra forma, con números similares a los de 2019, mientras el resto de puertos españoles se hunden por las consecuencias del covid, en especial los gallegos, que presentan retrocesos de dos cifras en su actividad. Vigo en cambio no y como ayer contaba este diario, lidera las estadísticas nacionales de pesca y tráfico de vehículos y es el que mejores datos tiene en términos porcentuales en mercancía y contenedores, lo que prueba la fortaleza industrial de la ciudad y su área, con PSA a la cabeza.
El exalcalde de Baiona y exconselleiro de Sanidade sabe lo que es estar al frente de un organismo público y la presión que significa. Cuando llegó al Concello de Baiona se encontró una villa dividida por un conflicto que no acababa de resolverse y que había partido en dos a la sociedad local. Con su acreditada mano izquierda, aquello pasó a la historia. En Sanidade se topó de entrada con otro asunto grave, la gestión del Álvaro Cunqueiro -no olvidemos que la mayor manifestación de la historia de Vigo fue contra la apertura de dicho hospital, todo un hito mundial- y en concreto los precios del aparcamiento público. Con otra dosis de su acreditado "savoir-faire", apagó el incendio con una rebaja sustancial de las tarifas que sirvió para que nadie volviera a tocar el asunto y para dar más cariño a un centro sanitario que ahora cuenta con el aprobado general del área sanitaria y con buena nota. El tiempo a menudo pone las cosas en su sitio.
En el Puerto hay algunos problemas pero nada que no pueda ser enderezado con cierta facilidad y dosis de conversaciones. Más preocupante es la corriente anti-porturia que vuelve a aparece por la Ría, contraria a la ampliación de los muelles. Ayer se pudo ver por qué es imprescindible: un gigante atracó en Bouzas, pero no podrían hacerlo dos más. El puerto o es húmedo o nada, un puerto seco es otra cosa muy distinta.
El exalcalde de Baiona y exconselleiro de Sanidade sabe lo que es estar al frente de un organismo público y la presión que significa. Cuando llegó al Concello de Baiona se encontró una villa dividida por un conflicto que no acababa de resolverse y que había partido en dos a la sociedad local. Con su acreditada mano izquierda, aquello pasó a la historia. En Sanidade se topó de entrada con otro asunto grave, la gestión del Álvaro Cunqueiro -no olvidemos que la mayor manifestación de la historia de Vigo fue contra la apertura de dicho hospital, todo un hito mundial- y en concreto los precios del aparcamiento público. Con otra dosis de su acreditado "savoir-faire", apagó el incendio con una rebaja sustancial de las tarifas que sirvió para que nadie volviera a tocar el asunto y para dar más cariño a un centro sanitario que ahora cuenta con el aprobado general del área sanitaria y con buena nota. El tiempo a menudo pone las cosas en su sitio.
En el Puerto hay algunos problemas pero nada que no pueda ser enderezado con cierta facilidad y dosis de conversaciones. Más preocupante es la corriente anti-porturia que vuelve a aparece por la Ría, contraria a la ampliación de los muelles. Ayer se pudo ver por qué es imprescindible: un gigante atracó en Bouzas, pero no podrían hacerlo dos más. El puerto o es húmedo o nada, un puerto seco es otra cosa muy distinta.
