Opinión

Todos somos turistas

Pasaba por el Catro -el punto concreto donde nació Vigo, que es ese y no O Berbés- y allí, en el poblado recreado con todo éxito, un grupo de turistas se quejaba de que la subida había sido para nada, porque el recinto estaba cerrado. No tiene un horario fácil, y menos en la tarde del sábado. Para compensar por su frustración, se mostraron muy contentos al descubrir la colonia de conejos que ha proliferado en el monte en general y en el yacimiento histórico en particular. Hay a docenas. No pararon de hacer fotos. Luego llegó otro grupo y lo mismo: decepción por el cierre y alegría al ver a los roedores saliendo de las madrigueras entre los restos del lugar donde los primeros vigueses se asentaron, hace ya algo más de 2.000 años. 
Vigo se ha convertido en una ciudad turística y los visitantes se comportan igual que, pongamos, los vigueses cuando van a Florencia o la Costa Azul. Todos somos turistas y Galicia es un destino de moda por muchos motivos, entre ellos la promoción del Xacobeo y el clima moderado en comparación con los calores africanos de buena parte de la península. Eso no va a cambiar, así que habrá que acostumbrarse a la llegada masiva de viajeros. En 2022, por encima de los cinco millones en el conjunto de la comunidad y subiendo: de ellos en torno a 900.000 se alojaron en hoteles de Vigo, quizá otros tantos en viviendas turísticas. Este pasado día 1, por ejemplo, coincidían a la vez viajeros hospedados, de recorrido por Galicia -un día en Coruña, otro en Santiago, otro en Vigo es el tour habitual- con un gran crucero del que bajaron miles de pasajeros, y el paso cada vez mayor de peregrinos por el Camino de la Costa, que avanza hacia otro récord.  Quién podría haber imaginado hace tan solo unos años, que la gris ciudad industrial iba a acabar así. 

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