Carlos Tavares, patrón mundial del grupo Stellantis, se ha quejado en varias ocasiones de falta de comunicación con Pedro Sánchez, y no ahora que es presidente en funciones y trata de repetir como sea, sino antes y probablemente después. Tavares, que es portugués, mantiene, en cambio, unas relaciones exquisitas con el Estado luso, que le mima cada vez que tiene ocasión. No solo el Gobierno, ahora socialista, sino también el jefe del Estado vecino, que aprovechan cualquier ocasión para ofrecer todas las facilidades para la implantación y ampliación del grupo, que dispone de una fábrica en Mangualde. Para entendernos, vamos a referirnos a hechos concretos.
Hecho número 1. En abril, Carlos Tavares anunciaba que el centro de producción de Portugal fabricará a partir de 20205 vehículos comerciales ligeros con motores eléctricos, una decisión que inevitablemente afecta a la planta de Vigo. El anuncio se hizo durante una visita del presidente de la República, Marcelo Rebelo de Sousa; acompañado por el primer ministro António Costa; y el ministro de Economía… tras la concesión de 119 millones de euros en ayudas públicas por parte del Gobierno luso a la iniciativa industrial que lidera la compañía (denominada 'GreenAuto' y en la que participan 37 empresas) y correspondientes al Plan de Resilencia de Portugal.
Hecho número 2. En noviembre de 2022, en un encuentro con la prensa, al ser preguntado sobre su -escasa- relación con el Gobierno español, con cuyo presidente no ha sido capaz de entrevistarse, la respuesta fue inusualmente clara: “¿Quiere perder este trabajo de los últimos 20 o 30 años?" Y añadió, y abro comillas: “Evidentemente, dependerá mucho de la velocidad y la dinámica que el Gobierno español quiera impulsar. Sin rapidez, corre el riesgo de perder el éxito español de los últimos 20 o 30 años porque las cosas van muy, muy deprisa”, sentenció. La conclusión es que nada es seguro y que las plantas de Stellantis nunca echan raíces. En Portugal tomaron nota.