La autovía A-55 fue noticia ayer por otra jornada accidentada, con varias colisiones en cadena en el tramo donde la pendiente de descenso es brutal. Los choques no provocaron heridos o en todo caso leves, y se saldaron con una docena de coches afectados gracias a que la velocidad está más que controlada por una red de radares y porque los conductores saben por dónde transitan. Pero no hace falta más que un frenazo brusco para provocar el efecto acordeón. Y eso que no había lluvia.
Es el día de la marmota. ¿Hasta cuándo? Según los muy fans, Pedro Sánchez se va a volcar y en poco tiempo habrá una nueva autovía, en túnel, entre Vigo y Porriño. ¿Hay motivos para creerlo? La lista pendiente del Gobierno entrante no es corta. Algunos asuntos urgen y no han avanzado en absoluto, como la Muy Alta tensión reclamada de forma insistente por Stellantis, y quizá el Perte de la industria de la automoción. Seguimos con la Salida Sur (otro proyecto de extrema lentitud pese a que Portugal apremia) y concluye con el AVE por Cerdedo, cuyo desarrollo también se ha comprometido mil veces, pese a que la razón dicta que no se va a construir nunca. Menos cuando comiencen a funcionar los trenes AVE Avril desde Urzaiz hasta Madrid en tres horas y 40, quizá menos, seguramente por fin este año.
Estoy convencido de que con Feijóo tampoco habría urgencia por la autovía en túnel, en el mejor de los casos para 2030, y que el asunto avanzaría con meandros. Con Sánchez, quizá más al incluir el pago obligado a sus socios nacionalistas por hacerle presidente. Eso si no hay repetición: hombre de palabra voluble, puede optar por ser investido incluso al precio de acabar con la actual democracia (Juan Luis Cebrián y Joaquín Almunia dixit) o negarse a hacerlo por su coste, y presentarse a unas elecciones como defensor de la Constitución. Mientras se decide, esperaremos por la nueva autovía.