Opinión

Con la democracia venezolana

El profesor Juan Carlos Monedero, fundador de Podemos, se ha pasado con su comprensión ante la decisión del Tribunal Supremo de Venezuela, que dejó fuera de juego a la Asamblea Nacional (Parlamento); máxime cuando el propio chavismo parece dar marcha atrás para frenar un autogolpe disfrazado de supuesto desacato del poder legislativo.
Según el diario El País, Monedero cobró 425.000 euros por asesorar a Venezuela y sus socios, y destinó los fondos a montar una tertulia política en España. Pero aun siendo cierta esa versión del diario de Prisa, tal circunstancia no puede justificar la ambigüedad calculada de Monedero.
Ni siquiera Nicolás Maduro -cínico o no- fue tan lejos. De hecho, viendo la amplia condena internacional, las autoridades de Caracas -a través del llamado Consejo de Defensa de la Nación de Venezuela- terminaron por exhortar al Tribunal Supremo a revisar las dos sentencias que despojaron a la Asamblea Nacional de sus funciones democráticas.
Más prudente, Pablo Iglesias guardó silencio en España, lo mismo que hizo Nicolás Maduro en Venezuela, en su caso hasta que la presión de los países de la OEA le forzó a aparentar cuando menos neutralidad entre las posiciones del Tribunal Supremo y la Fiscal General de Venezuela, Luisa Ortega Díaz, quien calificó de inconstitucional la sentencia del Tribunal Supremo.
Si, como todo parece indicar, Pablo Iglesias teme que el golpe o autogolpe en Venezuela se utilice en España contra Podemos, lo mejor que puede hacer es no ser ambiguo con respecto a Monedero. Un partido que aspira a gobernar en un país democrático de la Unión Europea no puede andar con este tipo de coñas.
Mientras, en Venezuela, está por verse si prospera el diálogo nacional promovido por su jefe de Estado de la mano de Unasur, el Papa Francisco y los expresidentes Martín Torrijos, Leonel Fernández y José Luis Rodríguez Zapatero. De entrada, Henrique Capriles -muy crítico por cierto con Zapatero- no parece estar muy por la labor si antes no ve pruebas del compromiso del chavismo con la democracia en un país constitucional desde finales de los años 50 del siglo pasado, es decir, desde mucho antes que España.

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