Opinión

La vuelta al campo

Alo mejor la solución está en la vuelta a los clásicos que parece eran bastante perspicaces. Hay una frase de Cicerón -tiene infinitas- que dice: "La agricultura es la profesión propia del sabio, la más adecuada al sencillo y la ocupación más digna para todo hombre libre". Me viene a la memoria el tema después del plausible proyecto de dos señeras empresas ourensanas, Coren y Aceites Abril, de promocionar el cultivo agrícola entre la juventud. 
Tengo la impresión de que ésta, para mí, acertada sentencia ha sido olvidada tanto por el pueblo como sobre todo por los gobernantes durante décadas y tal vez siglos. Se ha creado una mentalidad urbanita y totalmente contraria y que se maneja en el ambiente. Se ha etiquetado a la gente en dos categorías contrapuestas. Una la respetada y promovida, y que son todos aquellos que han pasado por la universidad y la otra es la gente del campo. ¡Craso error que  paga España!
El error radica en creer que la sabiduría y el progreso está unicamente en los que salen de las aulas universitarias cuando en realidad existen innumerables casos de sensatez y sabiduría popular en el mundo rural, en medio de los pueblos incluso más remotos. ¿Qué sería de las urbes sin el campo y lo que de allí nos llega? Falta una seria política agraria que prime la agricultura y todo lo que la rodea. Incluso a nuestros escolares se les envía a la llamada segunda vía académica que es la enseñanza profesional. Una alternativa infravalorada y en declive porque nunca se ha potenciado seriamente, creando un ambiente en el que los "supuestamente" menos dotados van como un castigo a la Formación Profesional. Distinto es el prestigio de esta última línea y eso es muy grave y así está el campo. "Estudia , rapaz, se non queres andar co gando nas fincas". Una frase que hemos oído miles de veces y que es totalmente injusta.
Sería necesario que nuestra clase política reflexionase seriamente sobre la frase ciceroniana y tratase de llevarla a la práctica. Pocos programas electorales recogen la real inquietud por el campo y se centran en las ciudades. Incluso la plaga de los incendios tiene uno de sus orígenes en esta mentalidad cuando se abandona totalmente la agricultura. Los pueblos desaparecen y únicamente el turismo trata de rehabilitarlos; la ganadería y el cultivo del terreno desapareció hasta el punto, ¡craso error!, de que recorren nuestros pueblos mini "supermercados móviles" vendiendo productos que debieran cultivarse allí. Tenemos que privarnos del gran placer de comer aquellos productos que nuestros ancestros iban a recoger a sus fincas para ofrecerlos con un gusto que ahora ni se parece en nada tras pasar por los frigoríficos y las grandes áreas comerciales ya sean legumbres, fruta o lo que fuere. 
Es la triste realidad. Como aquella leche que bebíamos nada más ordeñada la vaca. Un sabor ahora totalmente distinto y ni el tomate sabe a tomate ni el guisante a guisante ni aquel melocotón a melocotón. Si el progreso es eso, que venga Dios y lo vea. Para mí desde luego es el mayor de los atrasos. Incluso en una medida que nunca he entendido bien se le marcan los litros de leche que deben producir las vacas de cada labriego. Y lo mismo los demás productos del campo en una medida por lo menos increíble. Conozco un amigo que tuvo que sacrificar varias vacas porque producían más de lo que le había señalado la UE que, por lo que se ve, es la que nos controla.
Por todo ello echamos en falta a los otrora grandes lideres agrarios capaces de cambiar el rumbo de esta sociedad tan centrada en las grandes urbes y en los grandes títulos académicos.

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