Opinión

Un día señalado

Desde aquel 6 de diciembre de 1978 nace para España una época nueva, una era distinta en la que se pasaba página a cuarenta años y, de una manera modélica, hubo una transición que imitaron o, al menos, estudiaron otras naciones. Nacía una nueva Constitución en la que los siete ponentes: Miguel Herrero, Gabriel Cisneros, Manuel Fraga, Solé Tura, Miguel Roca, Gregorio Peces Barba y Pérez Llorca representaban a todo el arco político de entonces y elaboraron una Carta Magna para el Reino de España, entonces mayoritariamente aprobada.
Tal vez hoy se critican algunos puntos porque la sociedad ha cambiado; como debiera renovarse ese documento básico que nos ha permitido vivir en democracia cuarenta años. La reforma en algunos capítulos es necesaria a todas luces. El Estado de las Autonomías entonces fue una solución aun cuando siempre fue muy discutible que fuesen 17, algunas de las cuales de poca entidad. Acaso el federalismo del que hablan algunos sea una salida para los problemas que está sufriendo la distribución actual. Hacia ahí, poco a poco, se encaminan los deseos de una parte de la población. Los problemas surgidos en Cataluña apuntan a que es necesaria una revisión. Cierto que nunca Cataluña tuvo tanta autonomía, pero el problema es otro.
El concepto de Patria ha ido descafeinándose poco a poco y prueba de ello es el poco afecto que algún sector manifiesta hacia el himno y la misma bandera. Todo ello requiere un serio estudio en profundidad porque, es un ejemplo claro, en ningún país del entorno se vituperan los signos nacionales como en nuestro país. Y si eso acontece es el mismo Estado quien toma seria cuenta de esos ataques.
Personalmente opino que la actual Constitución cumplió, y en parte de momento sigue cumpliendo, una misión irreemplazable. Estamos en democracia y en ella sobran anarquías y mucho más acracias que en la práctica anhelan algunos. Y la reforma debiera venir después de contemplar que los menores de 40 años hoy en día son un grupo bien distinto a los de 1978 lo que requiere soluciones y distintas respuestas muy diferentes a las de entonces. Esa es la realidad a la que deben hacer frente los politicos actuales con imaginación, equilibrio y sensatez. 
Porque, y esto es fundamental, nunca en tiempo de convulsiones, incertidumbres y crispaciones se pueden tomar decisiones con perspectiva de futuro. Medidas precipitadas tomadas hoy en día, a la larga serían malas para el país. Por eso se requiere ese equilibrio necesario. ¿Existe hoy en día en nuestro Parlamento un grupo con la categoría de aquellos siete? A lo mejor sí pero está por ver. Lo que sí está claro es que las circunstancias distan de ser las de hace cuarenta años. Sobra crispación y falta diálogo; existen desencuentros y falta entendimiento; se carece de paz ciudadana mientras por doquier aparecen tensiones que pueden ser obstáculo.
En la salida del centro en el que imparto clases, la puerta esta flanqueada por dos enormes columnas y en la cima, coronándolas, dos bifrontismos de Jano. Tenía en mente estas líneas cuando me vino esa imagen que todos los días observo. Justo hoy en día, para una equilibrada reforma de la Carta Magna española, hacen falta personas que sepan mirar al frente, al futuro, pero también el otro rostro que mire hacia atrás para nunca olvidar las raíces e idiosincrasia del pueblo. Sin esas dos perspectivas sería muy difícil conseguir un documento que satisfaga a todos y, sobre todo, sea bueno para todo el pueblo que es de lo que se trata. Si con la actual fuimos capaces de convivir cuarenta años, sería de confiar en que la reforma condujese, por lo menos, a décadas suficientes para crear estabilidad concordia y paz social. Tan difícil en estos tiempos.

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