Opinión

Rebelo de Sousa, un presidente distinto

Portugal acaba de cerrar una época, dos décadas, marcadas por la presencia de Aníbal Cavaco Silva ya como primer ministro (diez años) ya como presidente de la República (otra década). Y se abre un tiempo nuevo, con un estilo distinto. Es ahora Marcelo Rebelo de Sousa quien dirigirá los destinos del país tras una arrolladora victoria en las elecciones del 24 de enero, fruto de su innegable popularidad. Y asume la responsabilidad con la idea central de su discurso: "Temos de sair do clima de crise em que quase sempre vivemos desde o começo do século, afirmando o nosso amor-próprio, as nossas sabedoria, resistência, experiência, noção do fundamental". Porque, también afirmó: "Urge recriar convergências, redescobrir diálogos, refazer entendimentos, reconstruir razões para mais esperança".
La toma de posesión, revestida de todo el protocolo portugués, fue la ocasión para marcar ese estilo diferente. Pero han sido muchos los detalles que reflejan el nuevo talante. Para empezar, la noche anterior durmió en la antigua casa de sus padres frente a la Basílica da Estrela y, desde allí, fue a pie hasta el Parlamento (unos quinientos metros) para el acto solemne. Manifestando su cercanía en el recorrido y después tanto en la recepción tras la toma de posesión como por la tarde en el Palacio Nacional de Ajuda. Se notaba un ambiente distendido y cercano que es el suyo de siempre. También en la mezquita musulmana congregó a representantes de diecisiete religiones para rezar por la paz, él que es un ferviente católico.
La guinda del día fue a partir de las ocho de la tarde en la plaza del ayuntamiento. Congregó allí a los niños y jóvenes que llenaron el recinto para un concierto al que asistió como uno más con sus nietos y repartió mantitas verdes y rojas (los colores de Portugal) para resguardarse del frío. Son infinitas las anécdotas de estos días. Ni un solo cartel colgó en la campaña electoral y al final renunció al dinero que le correspondía recibir del Estado.
Aterrizando en el discurso, fue claro y profundo. Acudió a las esencias universales de la idiosincrasia lusa por tierra y mar resaltando: "Escreveu um herói português do seculo XIX que este Reino é obra de soldados. Assim foi, na verdade, desde a fundação de Portugal, atestada em Zamora e reconhecida urbi et orbi pela Bula Manifestis Probatum Est. Sin olvidar el 25 de Abril de 1974, com os jovens capitães resgatando a liberdade, anunciando a Democracia, permitindo converter o Império Colonial em Comunidade de Povos e Estados independentes, prometendo a paz, o desenvolvimento e a justiça para todos". Y aquí habló de la Constitución de la que fue también redactor en su día: "Neste mesmo hemiciclo, discutida e aprovada no meio de uma Revolução. E promulgada há quase quarenta anos, no dia 2 de abril de 1976. Recordo, com emoção, esses tempos inesquecíveis, em que, jovem constituinte, juntei a minha voz e o meu voto a tantos mais, vindos de quadrantes tão diversos, tendo percorrido caminhos tão variados, havendo somado anos ou mesmo décadas de luta ao combate do momento".
Y abordó los temas más importantes con sus sensibilidades propias. Resalto la vinculación a Europa (acudió el presidente Jean-Claude Juncker), y las relaciones exteriores sin olvidar a los pueblos lusofonos y la vecindad con España (estaba el rey presente y el presidente de Mozambique, Filipe Nyusi). Habló de la crisis y subrayó la necesidad de restañar sus efectos. Tuvo presentes los problemas sociales que acucian a Portugal, como el respeto a la dignidad humana, la integridad espiritual y física, los pobres, citando ahora a Lobo Antunes: "Se a minha terra é pequena, eu quero morrer no mar". Y habló de la independencia de la justicia apelando al pluralismo.
Terminó su discurso con un programa claro: sin perder la fe en Portugal y en la democracia y en la secular capacidad de vencer las crisis, sin olvidar lo que une y olvidando lo que divide y la tentación de desistir con paciencia, perseverancia y coraje y humildad: "Assim será politicamente, do princípio ao fim do meu mandato". Para ello tuvo presente a todos los sectores de la sociedad: los jóvenes que buscan trabajo, las mujeres y la igualdad, los pobres, jubilados, la cultura, los agricultores, comerciantes e industriales, y a los trabajadores en general, los impuestos y los marginados sociales. "Serei um servidor da causa pública. Não somos um povo morto, nem sequer esgotado". 
Dijo también: "Temos ainda um grande papel a desempenhar no seio das nações, como a mais ecuménica de todas. O mundo necessita da nossa cultura e da nossa vocação para o abraçar cordialmente, como se ele fosse o património natural de todos os homens". Y acabó hablando nuevamente de la Patria: "Ela nos fez como somos. Grandes no passado. Grandes no futuro. Por isso, aqui estamos. Por isso, aqui estou. Pelo Portugal de sempre!"
 

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