Opinión

¿Qué pasa en Hispanoamérica y en las calles?

Da la impresión de que esta época es la de manifestaciones en las calles. Sea por contagio o por lo que fuere, el caso es que en Francia con los célebres chalecos amarillos, en Cataluña tras la condena del “procés” o en otros lugares españoles por contagio, así como en Inglaterra por lo del “brexit”, en Italia entorno a Salvini o en Grecia contra Alexis Tsipras y en Turquía con Erdogan, las calles se llenan de manifestantes. Revueltas que en algunos casos se han cobrado vidas, han ingresado a centenares de heridos e igualmente han parado en presión muchos manifestantes.
Y este ambiente se ha extendido de manera alarmante a gran parte de Hispanoamérica. Venezuela es ese gran misterio en el que pese a las carencias de todo tipo y las presiones y los esfuerzos de Guaidó la cosa sigue igual. Países que se volcaron en un primer momento por el cambio ahora guardan el más hermético silencio. Y la ayuda de varios países mantiene a Maduro incomprensiblemente en el poder tal vez con “su” petróleo. Y el oxígeno le sigue llegando de Cuba, Rusia, China y algunos más mientras el pueblo se debate en la miseria.
Pero las revueltas han estado presentes en casi todos los países de la zona. Nicaragua con Ortega pasa momentos difíciles, y ahora Bolivia y Chile. Evo Morales ha tenido que dejar la presidencia y Piñera se las ve y desea para mantener a Chile en paz. Contagio también a países cercanos, entre ellos Brasil, saliendo Lula de la cárcel y el derechista Bolsonaro haciendo frente a las revueltas del Amazonas y manteniendo el tipo en medio de países de su entorno dirigidos por la izquierda.
Y ahora la vuelta del peronismo a Argentina. Todo hay que decirlo, Macri fue un muy buen alcalde de Buenos Aires, pero en la presidencia contó desde un primer momento con muchos palos peronistas en sus ruedas a lo que se añadió la situación económica que se vio imposible de encarrilar. Llegan los peronistas con distintos casos judiciales por resolver en contra de Cristina Fernández y que nunca se encarrilan. Argentina, hay que reconocer, contó y cuenta desde hace muchas décadas con el impacto imborrable del peronismo y cualquiera que intente hacerle frente tiene la batalla perdida como la tuvieron varios presidentes como Alfonsín. Se añade a todo lo anterior, en la tierra del Plata, las secuelas nefastas de la dictadura que aún permanecen en la mente de muchos argentinos.
La situación en la zona es muy complicada, sobre un polvorín dispuesto a explotar en cualquier momento. Las revueltas y el golpe en Bolivia es visto por algunos como una reacción a dictaduras encubiertas que llegaron al poder para proteger al pueblo y que se vio más tarde que la cosa era más complicada, sobre todo si detrás sigue estando Cuba en el intento de homogeneizar con gobiernos de izquierdas y la ayuda de otros países en la sombra. A ello se unen las revueltas en Siria, Irán e Iraq, sin olvidar todos los desencuentros en Oriente Medio y algunos países más o los reiterados jaleos frente a las vallas de Melilla.
Son múltiples los enfrentamientos civiles que se vienen registrando últimamente. Y lo grave es que la solución tarda en llegar y se desconoce cual será ese bálsamo, porque en uno y otro lado se han implicado miles de estudiantes y gente joven que, con brío, tratan de mantener sus ideas sin reparar en atentados, barricadas, destrozos y enfrentamientos con las fuerzas del orden. Lamentablemente observamos como esas fuerzas de seguridad se ven imposibles de contener la avalancha de protestas violentas. Posiblemente detrás de estas revueltas están intereses inconfesables patrocinados por paises extranjeros que promueven, alientan y ayudan económicamente a esas masas descontroladas.

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