Opinión

¿Ni así?

Yo me pregunto hasta donde tendrán que llegar las cosas en Cataluña para que sus actuales dirigentes caigan en la cuenta de que la cosa va mal. Muy mal. Se han hartado de repetir el señor Torra y compañía que el pueblo está con ellos. Aquel 1-O era, tal vez aún sea, su punto de referencia para mantener unas tesis que han llevado a la huida de empresas y al descalabro social. ¿Ni así reaccionan? Con el mayor asombro por mi parte estamos comprobando como la calle también habla y precisamente en contra de esos dirigentes que pretenden llevarla a un callejón sin salida. Los tumultos, las protestas ante las puertas del mismo Parlament son todo un símbolo y debieran ser el toque de atención que necesitan. 
Movidos en esa contradicción en la que se encuentran, son los bomberos, los médicos, los estudiantes, funcionarios… es la sociedad que sale a la calle saltando barreras y desbordando a los mossos que se ven impotentes ante una avalancha imprevisible, por lo que se colige, para una política ciega ante la realidad. Horas y más horas se dedican en el Parlament a atacar todo lo español, comenzando por la misma monarquía a la que vituperan de forma grave y ante lo que el Gobierno y la Judicatura están llamados, creo yo, a intervenir de forma contundente. Los paños calientes ya han pasado.
Porque lo grave de la cuestión que revela esa ceguera es que protestan por los recortes salariales. Ya sabemos, sin que se ofendan, que para los catalanes “la pela es la pela”. Se les ha tocado el punto más débil y el pueblo está reaccionando. Y lo hace porque ve que esos recortes siempre caen sobre los mismos, porque parlamentarios y politicos siguen en la misma aumentando sus emolumentos. Esta es la gran contradicción a la que es difícil ver el final. A ello se añade, en esta cultura tan esperpéntica, la postura de la familia Pujol, con un miembro entrando en la cárcel y con el resto de su “linaje” a la espera, una vez por todas, de que la Justicia sea capaz de decidir. Lo contrario supondría, también para los manifestantes de estos días, una solemne tomadura de pelo. Están a buen recaudo los que roban una gallina mientras “otros” manipuladores de la cosa pública durante décadas, campan por sus respetos.
Realmente es una situación compleja, pero más que esto incomprensible. Las imágenes de las manifestaciones son espeluznantes. Se han saltado las verjas que rodean la sede de la soberanía popular y acaso sea esto el comienzo del fin de una época. Los señores que allí se asientan están llamados a resolver y legislar sobre los problemas reales del pueblo catalán y en realidad llevan años dedicados al célebre “procés”, postergando lo esencial. Esta es la protesta en contra de Torra y su “govern” que debieran entender.
Algunos de los entrevistados a raíz de las manifestaciones llegaban a afirmar que los recortes son para tapar todos esos desmanes ocurridos desde hace años en torno a la pretendida independencia. Porque, y eso es obvio, ¿cuánto cuesta a los organizadores de tantos “eventos” separatistas toda esa serie de medidas? Sean sinceros de una vez por todas. Los recortes van destinados fundamentalmente de manera encubierta o abiertamente a tapar los agujeros de esos actos. ¿Cuánto se llevó Puigdemont a Bruselas? ¿O vive allí de limosna? ¿Han visto a la clase politica algún desembolso de sus cuentas personales? ¿Le han tocado un céntimo a sus emolumentos? Me huele que por ahí no pasan y antes bien tratan de “actualizar” continuamente sus nóminas, tanto los que están en las Cortes Generales como los del Parlament. Santa Lucía, a quien celebramos hoy, les conserve la vista, que falta les hace. Y perdonen si les he ofendido.

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