Opinión

Increíble hipocresía

En este tiempo en el que hemos tenido que estar en cuarentena ya ni sabemos caminar bien y la misma cabeza discurre menos. Además, hemos tenido que “soportar” en todos los momentos del día el bombardeo que de una manera reiterada nos habla de coronavirus. A veces me asomo a la ventana para ver el mar porque lo que nos ofrece la tele ahora es “digo” y más tarde “Diego”, después ni se sabe. Las contradicciones que hemos visto han sido infinitas, a las que podemos unir los intentos de manipulación. Toda la información en un sentido y los aplausos incesantes olvidaron las interminables muertes y el dolor de sus deudos. Eso para empezar porque, como dice una amiga mía: “En líneas generales, bien, pero si entramos en detalles…”
Quisiera referirme a las altas cotas de hipocresía e incoherencia a las que estamos asistiendo entre la clase politica, cada vez más desprestigiada. Se aprovecha cualquier motivo para decir “aquí estoy yo y se respeta mi firma”. Claro que es bien cierto aquello de que en tiempo de crisis los inteligentes buscan soluciones y los inútiles buscan culpables. Hemos visto reacciones incomprensibles. Si se está en la oposición, vale casi todo, pero si llegamos al mando, ni se hable. Por ejemplo, los escraches célebres otrora, aplaudidos por unos que ahora los vituperan con amenazas incluidas. Y lo más grave de la hipocresía es el trato dispensado a las Fuerzas de Seguridad del Estado y más en concreto al benemérito cuerpo de la Guardia Civil. ¡Cuánto llevan sufriendo y cuántos servicios impagables prestan a España!

Llama la atención cómo cierto sector reiteradamente pide poco menos que su desaparición, pero cuando necesitan su custodia, enseguida claman por su presencia, ya sea para defensa personal, para asistir a catástrofes naturales, guardar sus casas o para lo que fuere. Esto es el colmo de la hipocresía. Me imagino el dolor que posee el Cuerpo de la Guardia Civil cuando tienen incluso que defender a personajes que tienen sobre sus espaldas asesinatos de guardias civiles o militares en general. Es la tristísima realidad.

La actitud de servicio de este cuerpo, fundado por el duque de Ahumada, es ejemplar y tengo mis dudas de si de una vez por todas el pueblo con su gobierno al frente son capaces de caer en la cuenta de esos múltiples servicios. Esta sí que es una institución única en el mundo pese a que, como en toda obra humana, siempre haya contadísimos casos que desentonen. Porque lo que hace grande a la Guardia Civil española es que están prestos para los más variados servicios. Otrora, cuando vivían en los pueblos, su sola presencia inspiraba seguridad y paz. Y ahora vemos que el tráfico es uno de sus deberes a cuidar, pero se les ve en incendios, catástrofes y múltiples desórdenes.

La primera vez que caí en la cuenta de esa hipocresía fue cuando las inundaciones en Cataluña. Habían pedido meses antes que abandonasen la Comunidad, pero llegaron las catástrofes y la misma Generalitat, con su presidente al frente, pidió y clamó por su presencia. ¿En qué quedamos? Y lo mismo en algún sector del País Vasco y en la mentalidad de algunas formaciones políticas, que acuden a la Guardia Civil cuando la necesitan mientras a la vuelta de la esquina, los mismos piden su expulsión.
Posiblemente a algunos estas palabras les suenan fuertes, pero estamos en democracia y la libertad de expresión está vigente. Y todo cuanto dejo dicho así lo creo porque me honro en conocer a muchos guardias civiles ejemplares, sacrificados y dispuestos a ayudar al pueblo en cualquier necesidad. Es la realidad.

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