Opinión

Frente a la convulsión, cordura

Una semana en la que, todos atados a los medios de comunicación, hemos vivido momentos de convulsión, sobresaltos, zozobra e incertidumbres sin fin. Muy triste final del niño malagueño cuyo nombre jamás se borrará de nuestros corazones. Julen ha concitado total unanimidad de sentimientos, solidaridad y cariño. Una muerte esperada después de casi quince días de incertidumbre. Comprensible la situación de sus padres y familiares después de que hace pocos años les había ocurrido la muerte súbita de otro hijo pequeño en la playa. Inmenso dolor que toda España e incluso a nivel internacional hemos compartido.
Una cosa ha quedado muy clara: la categoría de los españoles que saben estar cerca y manifiestan sentimientos propios de un gran pueblo. Pero lo mismo la labor de las fuerzas del Estado a todos los niveles. Nuestra Guardia Civil es única en el mundo, los bomberos y los mineros asturianos han estado a gran altura, junto al pueblo de Totalán que ha vivido de cerca esta tragedia. Todo el pueblo.
En otro nivel, pero también grave, está la situación de Venezuela, pueblo tan ligado a España y donde están sufriendo tantos emigrantes españoles. Tres millones han tenido que abandonar y la dictadura ha llevado poco a poco la angustia a todo un pueblo. La dictadura chavista parece que toca a su fin, pero lo grave es la forma en la que se prevé que va a salir. El pueblo está dividido y frente a una oposición que clama libertad y democracia está parte del Ejército y los seguidores de Maduro, obnubilados por sus discursos incomprensibles. La misma comunidad internacional posee un buen grupo de países que están con Juan Guaidó pero tenemos que recordar que hay potencias que defienden a Maduro. La sospecha de una guerra civil se cierne sobre Venezuela y ahí van a perder todos. Ya van más de treinta muertos y las manifestaciones se propagan en un sentido y en el otro. Gran parte del Ejército y la judicatura apoyan a Nicolás Maduro. La Comunidad Europea va tomando postura a favor de la oposición con Juan Guaidó. Veremos cual será el final.
Por si fuesen pocos los problemas, ahora en España las huelgas de taxis paralizan Madrid y Barcelona en una lucha cuyo final es incierto. 
Y se une también la incertidumbre en diversos partidos que se ven divididos cada vez más. Y en esto, Podemos está sufriendo un durísimo golpe con dimisiones y en suma divisiones por doquier. Pero de la misma manera la calma está ausente en los grandes partidos, que lejos de ser formaciones compactas pierden agua por todas partes. Un mal preludio para las elecciones de mayo.
La división y confrontaciones internas son malas para cualquier organización. Los partidos unidos son necesarios para el país, sean de la ideología que fueren. Estamos en democracia y deben respetarse al máximo todas las ideologías sin que ello signifique que compartamos todas y cada una. Tanto en la derecha como en la izquierda española son necesarios dos puntos básicos: respeto máximo de unos a los otros y unidad de criterio en cada una de ellas. 
La lucha por los contenidos serios, estrategias claras y democráticas sin exclusiones mutuas pero con programas que lleguen al pueblo.

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