Opinión

¿A qué espera el mundo?

En el Día del Libro me permitirán que vuelva a más de lo mismo. Cuando contemplamos como se está destruyendo el arte, patrimonio de la humanidad primero los talibanes y ahora el Estado Islámico y cuando éste acaba de destruir más del 50% del patrimonio asirio con obras incluso de hace tres mil años me pregunto ¿a qué espera el mundo ante quienes queman su cultura y destruyen sus esencias más valiosas? Pero además acontece que esas obras son patrimonio de la humanidad.
El Estado Islámico acaba de saquear y demoler la antigua ciudad asiria de Nimrud -fundada en el siglo XIII antes de Cristo a orillas del río Tigris-, según ha denunciado el Ministerio de Turismo y Antigüedades de Iraq apenas una semana después de que ese grupo terrorista difundiera un vídeo alardeando de haber destruido estatuas milenarias del museo de Mosul, dos toros alados en una de las entradas a la antigua Nínive. La Unesco ha calificado de "crimen de guerra" esa nueva barbarie de los yihadistas. Al parecer, la destrucción empezó tras la plegaria de mediodía, después de que algunos testigos vieran grandes camiones en la zona para llevarse piezas arqueológicas que aún permanecían en el lugar. Saquearon y allanaron todo siguiendo una interpretación extrema del Islam conocida como salafismo, que considera idolatría la veneración de estatuas y tumbas. Pretenden destruir los símbolos de la cultura de Iraq que no correspondan con sus creencias. 
La indignación mundial por la destrucción de la mítica ciudad asiria de Nimrud para nada ha servido ante el fanatismo yihadista del Estado Islámico, que ha destruido la ciudad ancestral de Hatra, capital del antiguo imperio parto fundada por los seleúcidas, al sur de Mosul (Nínive), que data del 200 antes de Cristo.
Y la cosa es grave porque viene de atrás. En 1988 un equipo de arqueólogos descubrió una tumba con una espléndida colección de joyas y piezas de oro que milicianos del Estado Islámico destruyeron con palas en la segunda ciudad más poblada de Iraq, que albergaba multitud de antigüedades. El Estado Islámico se ha llevado las monedas antiguas de oro y plata. Hatra resistió dos veces el asalto de los romanos. 
Este expolio deja corta la celebre desaparición de la Biblioteca de Alejandría, fundada a comienzos del siglo III a.C. por Ptolomeo I y que fue en su época la más grande del mundo. El califa Omar decía entonces: “Si no contiene más que lo que hay en el Corán es inútil, y es preciso quemarla; si algo más contiene, es mala, y también es preciso quemarla”. Apareció en el momento de la dominación árabe, y el califa Umar ibn-Jatadl ordenó la destrucción de millares de manuscritos. Era un verdadero templo dedicado al saber. Según lo excavado hasta ahora, habría podido acoger a unos 5.000 libros y 200.000 manuscritos traídos desde Pérgamo (en Asia Menor), que Cleopatra depositó en la biblioteca como compensación por cualquier posible pérdida.
Ya en los siglos II y III una serie de desastres se abatieron sobre la antigua capital de los Ptolomeos. Algunos historiadores afirman que la Biblioteca del Serapeo fue saqueada y desperdigada o destruida. En el año 1987 salió a la luz un ambicioso proyecto cultural: construir una nueva biblioteca en Alejandría para recuperar así un enclave mítico de la Antigüedad, 1.600 años después de la desaparición definitiva de aquellas grandes colecciones del saber. Para llevar a cabo semejante proyecto se unieron los esfuerzos económicos de diversos países europeos, americanos y árabes, más el gobierno de Egipto y la Unesco. Ante tanta barbarie como estamos observando ya sería hora de una indestructible unidad para salvar el patrimonio mundial.

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