Opinión

Condenable actitud

Ni nos dejan pensar en la gran tragedia de Indonesia con tantos centenares de muertos. Tenemos que volver la vista a lo acontecido en la Ciudad Condal el pasado dio 1 de octubre, primer aniversario de un hecho ilegal pero que ha marcado a Cataluña tal vez para siempre. Porque será recordado y valorado a lo largo de los tiempos por la historia auténtica y sin manipulaciones.
Lo ocurrido en este “aniversario” me parece de suma gravedad y sería de esperar reacciones tanto del Gobierno como de la judicatura. La gravedad y la tensión creada así lo reclaman al observar hechos de todos conocidos y que, por cierto, también se pretendió obstaculizar a los medios de comunicación. Claro ataque a la democracia.
Los Comités de Defensa de la República (CDR) y el más radical independentismo, con grupos encapuchados asediando al Parlament e incluso abucheando al president Torra y que han tenido en vilo a Cataluña y por ende a todos los españoles, trataron de paralizar cortando vías de comunicación, enfrentándose incluso con los mossos que han afirmado que tanto Torra como el gobierno “nos han puesto contra las cuerdas”. Lo más grave ha sido la postura de Torra animando la revuelta violenta y clamorosa. Les instó a “seguir apretando” en respuesta a las palabras de los manifestantes gritando: “Se nos ha acabado la paciencia, se acabaron las sonrisas, desobediencia o dimisión”, arremetiendo contra el PdeCat, ERC, Torra y el presidente de la cámara, Roger Torrent, frente a la puerta del Parlamento al que pretendían acceder.
Todo ello alentado por las palabras de Torra desde Sant Juliá de Ramís: “Amigos de los CDR: apretáis y hacéis bien en apretar; el pueblo manda, el gobierno obedece”. Claro está que ese mandato es de “parte” del pueblo. Algo que está en el trasfondo de todo el problema que tal vez Torra y sus seguidores olvidan, conduciendo a parte de ese pueblo a lo que algunos han calificado como “borrokización”. Los manifestantes alardeaban y gritaban un lema: “Ni olvido ni perdón”. ¿A dónde pretende ir así la sociedad catalana? ¿Qué lugar queda para el diálogo cuando una de las partes alardea sí o sí? Y por si fuera poco las relaciones de los mossos con la Generalitat están cada día más heridas, lo cual puede conducir a cualquier fin. Con suma razón exigían a Torra que “no interfiera en las labores policiales” y si en vez de cumplirlo, como es su deber, los está azuzando invitándolos a presionar más aún, la cosa adquiere tintes dramáticos. Han participado en la manifestación muchos estudiantes debidamente adoctrinados durante décadas.
Hay, a mi modo de ver, dos actitudes que se echan de menos. La primera es la de Puigdemont. Está causando desde su escogido exilio un daño irremediable a su pueblo, y en general a España, creando y sosteniendo una división de difícil solución. Sería llegado el momento en que diese la cara ante la justicia y renunciase a seguir incordiando. ¡Menudo jaleo ha armado dejando incluso colgados a sus colaboradores!
Y su sucesor debiera tener en cuenta que estamos en un Estado de Derecho y que él está llamado a unir, como ha afirmado Carlos Lesmes, presidente del Supremo, y nunca a crear la división. Sin duda debe gobernar para todos y existe un gran número de catalanes que votan distinto. El Gobierno español, por último, debe cumplir y exigir, después de mucha paciencia tanto de Rajoy como de Sánchez, la Constitución y cada uno de sus mandatos. Claudicar en ello lo juzgaría gravemente la historia.
Nos resta, en este día festividad de San Francisco de Asís, que interceda por la paz que tanto él predicó y encomendó. El Poverello de Asís bien podría echar una mano ante tanto desaguisado como pulula por Cataluña en especial, sin olvidar a España en general.

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