Opinión

Ayer y hoy en Lisboa

Uno de los mayores placeres para cuantos conocemos la ciudad de la Luz, que es Lisboa, es vivir en la calle el 12 de junio por la noche y el 13, que es hoy todo el día. Pero sobre todo la noche de ayer es única. El pueblo portugués, dado a reunirse en centros comerciales dejando calles vacías, en el día de ayer rompe la tradición y llenan de tal modo el centro que es materialmente imposible caminar. ¡Es la fiesta de Santo Antonio! Ni se les ocurra decir que es de Padua porque eso es falso. Es de Lisboa, y en concreto del barrio más señero de esta capital que es ¡Alfama! donde los fados se oyen por doquier, las luces multicolores en estos días están relucientes y una y mil veces se escuchan las “marchas populares”. Recuerden por si vienen: “Un craveiro numa água furtada (mansarda), cheira bem, cheira a Lisboa. E uma rosa a frorir na tapada cheira bem, cheira a Lisboa…”
“Lisboa já tem Sol mas cheira a Lua./ Quando nasce a madrugada sorrateira/ e o primeiro eléctrico da rua/ faz coro com as chinelas da Ribeira./ Se chove cheira a terra prometida./ Procissões têm o cheiro a rosmaninho./ Nas tascas da viel mais escondida/ cheira a iscas com elas e a vinho./ (…) A fragata que se ergue na proa,/ a varina que teima em pasar,/ cheiram bem porque são de Lisboa./Lisboa tem cheiro de flores e de mar./ Lisboa cheira aos cafés do Rossio/ e o fado cheira sempre a solidão,/ cheira a castanha assada se está frio,/ cheira a fruta madura quando é verão./ Teus lábios têm o cheiro de um sorriso./ Manjerico tem o cheiro de cantigas/ e os rapazes perdem o juízo/ quando lhes dá o cheiro a raparigas”. Posiblemente sea esta canción, con sus estrofas, la que mejor recoge el sentir y el ser de los “Alfacinhas” que así se les denomina a los de la capital lusa.
Una celebración eminentemente popular para celebrar sobre todo en la avenida da Liberdade y por supuesto en Alfama donde, por otra parte, nació Fernando de Bulhoês que llegó a ser el santo con más imágenes, más nombrado todos los días en más lugares del mundo y que los italianos en un robo increíble le llaman de Padua. Triste error que permitió la humildad portuguesa.
En primer lugar, por la avenida da Liberdade, que es la arteria central de la ciudad desde la plaza del Marqués de Pombal hasta la plaza de los Restauradores, se celebra un desfile multicolor único. Cada barrio rivaliza con el siguiente en un vestuario y escenificación que cautiva, en un desfile en medio de música popular y bailes de los participantes que son cientos por cada barrio. Dura horas, y después el olor inconfundible de ese día en el centro, la Baixa de Lisboa. Todo respira a ese inconfundible ambiente que crean las “grelhas” (parrillas) en las que se asan miles de sardinas, “entremeadas”, “bifinhos” y hasta unas buenas “febras”. Pero es para nota poder conseguir un buen lugar para reposadamente comerse al menos una sardina que en este día el precio está por los cielos. Como igualmente subir a Alfama, al lado de la casa de San Antonio, unos doscientos metros que puede llevar una hora o mucho más.
¡Linda ciudad que celebra sus fiestas con el logotipo de la sardina que, aun cuando faltan días para San Juan “ja pingam no paô”! Y la fiesta se va extendiendo este mes a todos los barrios, a las siete colinas de la ciudad vigiladas sobre todo en la cima de Alfama por el Castillo de San Jorge. Días para disfrute de propios y turistas que cada día son más en esta ciudad muy renovada y con rincones y calles únicas.

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