Opinión

El futuro de los jóvenes

Tenemos a jóvenes de 25-35 años que viven en casa de sus padres; bien por problemas económicos, por separaciones recientes; y que enfrentan una nueva crisis económica, generan por tanto frustración, con el riesgo de cronificarse, y conducir a sentimientos y comportamientos similares a los de la indefensión aprendida. 
Hablamos del futuro de los jóvenes, la crisis y sus secuelas. Más paro, peores sueldos. Recesión de 2008 y pandemia de 2020. Precariedad estructural, salarios más bajos, riesgo de que un despido temporal al inicio de un desempeño laboral, se transforme en paro de larga duración. Desde el 2008, los jóvenes perciben sueldos más bajos que sus mayores.
La destrucción de expectativas de los jóvenes y el horizonte de precariedad dominante, supone una quiebra social. Y es que es difícil incorporarse al mundo laboral en épocas de recesión. Pero tan es así, que está estudiado: la inseguridad económica reduce la fertilidad. 
Precisamos un tejido industrial robusto, independizándonos de una estructura económica de servicios. Tendríamos, deberíamos de hacer un ejercicio de equidad, generosidad intergeneracional. 
Fijémonos en que las decisiones actuales influyen hasta en los que aún no han nacido. Una generación que vive en la incertidumbre sin saber cómo serán en 10 años las relaciones, el trabajo, el consumo. Un entorno muy volátil que deja a muchos jóvenes sin expectativas. 
Los jóvenes son los menos afectados por el virus, pero están más expuestos a las consecuencias económicas de la pandemia. Jóvenes sí, con vidas aplazadas. Cierto es que estos jóvenes actuales están adaptados a los cambios estructurales, pero los jóvenes ven zarandeadas sus expectativas de futuro ante el seísmo que ha ocasionado la pandemia del coronavirus. Pérdidas de salarios y posibilidades de empleo para los jóvenes, mientras los trabajadores de más edad quizás intentarán trabajar durante más tiempo. Situación de déficit de talento por desperdicio de conocimiento dado que los jóvenes preparados, optan por la emigración. 
Los jóvenes ya viven peor que sus padres, y así seguirá siendo, si no se adecúan aspectos esenciales, como los educativos, los laborales y se potencia la política de empleo juvenil al tiempo que se dota de tamaño y musculatura a la estructura empresarial.  Jóvenes que forman parte del paro estructural, del desempleo crónico. Que no se nos olvide. 

(*) Doctor en Psicología y en Ciencias de la Salud.

Te puede interesar