Opinión

Un disco rayado

Esta es una frase muy común para describir la repetición de un asunto, un tema, un evento o cualquier otra cosa que se repite una y otra vez. ¿Saben el origen? Los que hemos cumplido muchos abriles recordamos los días de las grabaciones en discos de vinilo que cuando se estropeaban, el brazo del tocadiscos que llevaba la aguja que transmitía la señal analógica a un altavoz se quedaba atascada en una ranura del disco y repetía la misma señal una y otra vez. Por eso cuando escuchamos a personas que nos cuentan la misma historia de sus problemas, o un político que repite constantemente el mismo discurso de siempre decimos que ‘parece un disco rayado’. Como el mundo de la fonografía ha cambiado y estamos en la era digital los fallos son totalmente distintos. CD, DVD, USB y la plétora de otros sistemas de almacenamiento simplemente no funcionan. 
Sin embargo, la frase de ‘parece un disco rayado’ sigue vivo en la jerga cotidiana para describir, generalmente a todas las personas pelmas que dan la lata con lo mismo todos los días. Que conste que todos pecamos de vez en cuando por la simple razón de que somos humanos. A lo que voy. El peligro de pasear por la Cidade Fermosa en las nuevas aceras humanizadas para las personas discapacitadas, geriátricos y padres paseando a sus niños pequeños aumenta cada día por las amenazas de las nuevas tecnologías por un lado y la total desconsideración de gran número de ciudadanos por el otro. Comencemos con los ejemplos. Hace tiempo que los que pasean a sus perros cambiaron una correa normal por una extensible para que el chucho pueda tener más libertad durante el paseo. Bien. El problema es que ahora los hay que no se pueden ver. Ya ocurrió que una señora septuagenaria tropezó con uno, se cayó y se fracturó lo cadera. 
En otro caso, el pobre chucho casi voló por el aire en un paso de peatones cuando salió corriendo mientras su dueña charlaba con una vecina. Luego llegaron los chavales con patines y monopatines imitando los profesionales que cada año nos visitan por el Marisquiño. Se han sumado las bicicletas y un sinfín de atletas haciendo ‘footing’ preparándose para las tropecientas carreras que ofrece esta ciudad cada año. Pero aun viene lo peor. Lo motorizado. No solo las nuevas sillas eléctricas, especialmente para geriátricos que pueden alcanzar unos cuantos kilómetros por hora, pero el ‘arma letal’ del monopatín de ‘propulsión a chorro’ que ya ha causado una muerte – no en Vigo – y que las direcciones de tráfico de Europa están en pie de guerra para encontrar una solución para ‘que hacer con ellos’. ¿Por qué? Porque en estos momentos no están considerados ni como transporte ni como juguete. Pasemos a la consideración ciudadana. Aparte de los mencionados peligros, ahora sumemos las motos. Entre los que quieren aparcar, los que se saltan los pasos de peatones incluidos los de los semáforos y los que circulan a más de 100 kilómetros por hora por la ciudad; no sé cuáles son los peores. Pero eso sí, abundan como la abeja asiática y van en aumento. Pasemos a las furgonetas de reparto. No sé qué ha pasado últimamente, pero se nota que una gran cantidad de ellos - hay que respetar su trabajo de suministrar bares, restaurantes y supermercados – son más agresivos durante las maniobras al subirse a estas anchas aceras sin importarles un bledo si hay un pobre peatón que se les pone delante. Por último, los mismos peatones. Zombis con WhatsApp que no miran por donde van. Estos son la mayoría.

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