Opinión

Robots, drones y otros bichos

Vivimos en un mundo de cambio tecnológico sin precedentes. Cada día aparecen nuevas aplicaciones para todos los artefactos informáticos, maneras de trabajar ‘on line’ sin necesidad de personarse, donde sea, con el sistema de rellenar un formulario burocrático -aunque la burocracia por ordenador sigue ahí- por cualquier cosa mundana de todo tipo, sea municipal, bancario, hacienda o consultas médicas. No sé cuántos más están aún por aparecer. 
Poco a poco hemos dejado de ‘falar’ con un ser humano. Por ahora sigue siendo el sistema en donde contesta una voz del espacio -no se sabe de donde proviene- que nos dice ‘pulse uno’, esperamos, ‘pulse dos ‘, aceptamos o seguimos hasta incluso ‘pulse cinco’ y quizás, por milagro uno consigue hablar con una persona. Pero esto se va a acabar porque llegado el momento final el ‘ser’ al otro lado del teléfono puede ser un ‘robot’ que acaba de aterrizar de ‘La Guerra de las Galaxias’, o el ‘Planeta de los Simios’ en el despacho en cuestión. Acaba de celebrarse en Vigo unas interesantes jornadas de filosofía bajo el título de ‘Inteligencia Artificial’ con presentaciones específicas sobre el futuro uso de robots en la sociedad. Tres catedráticos, el filósofo Miguel Ángel Quintanilla, el médico Marció Borges y el ingeniero informático Javier Bajo, un buen ‘panel’ de expertos para combinar los conocimientos que, según ellos, aportara beneficios al ser humano, en la medicina, el caso específico de esta conferencia. Robots no son nada nuevo. Solo ver unas imágenes en Citroën, nuestra querida fábrica de automóviles en Balaídos u otras en los quirófanos del mundo desarrollado, siguen su curso imparable desde hace ya años. 
Pero volviendo a la medicina, el uso del robot podrá extenderse hasta el sector de consulta y lógicamente, se supone, sería por control remoto. Yo ya me imagino yendo a una consulta al/a doctor/a de cabecera y encontrarme a un muñeco mecánico con ojos láser, de apenas un metro de estatura que me pregunte que me pasa y luego ponerme una mano fría encima para auscultarme en donde sea. Solo pensar en el problema de la próstata me da escalofríos. Lo dejo ahí porque esto tiene tela. Antes de pasar al de los drones deseo mencionar sobre los nuevos sistemas de transporte -bichos- que ya aparecen con frecuencia en nuestra vida cotidiana. Primero son los monopatines con o sin acompañante. Continúan proliferando en varias partes del mundo y poco a poco comienza a entrar en vigor un régimen de normas y control por parte de las autoridades. La incógnita sigue siendo el lugar idóneo de circulación. ¿Aceras, calles o carril bici? El segundo y que es menos obvio por ahora son los cochecitos eléctricos para los/as ancianos/as y/o los/as minusválidos/as. Ya comienzan a invadir las aceras peatonales y aunque la mayoría de los usuarios son respetuosos, no hay que olvidar que estas sillas de ruedas motorizadas pueden alcanzar velocidades peligrosas para los peatones. Si van en aumento, habrá que diseñar un nuevo sistema de ‘carril’ en las aceras solo para ellos/as.
 La Cidade Frondosa no tiene problema por lo ancho que son las humanizadas. ¿Necesitarán semáforos? Ahora pasemos a los drones. Todos hemos visto lo estupendo que son para volar por todas partes filmando paisajes o eventos increíbles. No tienen fin el uso a favor de la humanidad que tienen estos aparatos ¿Pero cuando comiencen a usarse como transporte? Aunque los actuales son de uso militar y dirigibles, supongo que ya están en marcha en alguna parte del mundo la construcción del modelo ‘con piloto’.

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