Opinión

Murió Elduayen

La verdad es que José Elduayen Gorriti murió hace más de un siglo, concretamente el 24 de junio, 1898 y está enterrado en el cementerio de Pereiro, Vigo. ¿Y quién fue este ilustre personaje que aún es recordado en la Cidade Fermosa por una pequeña calle que lleva su nombre? Nacido en Madrid a principios del siglo XIX se licenció como Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos y dedicó al principio de su carrera a construir ferrocarriles, especialmente en Langreo, Asturias en el norte de la península. Aunque el sistema ferroviario de la época ya había comenzado con enlaces entre Barcelona y Mataró y Madrid con Aranjuez el suyo fue el primer proyecto enteramente español. Luego decidió cambiar de ‘oficio’ de ingeniero a político y se unió en 1857 como militante al partido conservador obteniendo un escaño en el Congreso por Vigo, Pontevedra y, salvo las de elecciones de 1867, mantuvo su escaño en las sucesivas hasta 1879. Y en 1878 pasó al Senado como vitalicio llegando a presidir la Cámara Alta entre 1896 y 1898. Ocupo otros altos cargos en el gobierno incluido Ministro de Hacienda. Una época en que se llegó a aprobar en 1880 la Ley de Abolición de la esclavitud en España poniendo fin a las prácticas vigentes en Cuba.

No hay que olvidar que incluso fue gobernador de Madrid y del Banco de España entre 1877 y 1878. Toda una carrera exitosa tanto como ingeniero y como político de derechas. Pero volvamos a la otra muerte que es el de la callecita que lleva su nombre. Desde hace unos 20 años, como jubilado, practico el deporte de ‘caminar’ y al principio mi recorrido era desde la avenida García Barbón, a la altura de las Torres Gemelas, Policarpo Sanz, Elduayen, Paseo de Alfonso, Pi y Margall hasta el comienzo de la calle López Mora. Salvo la pequeña subida a la altura de la Puerta del Sol, el recorrido es llano. Un ejemplo del verdadero ‘Vigo Vertical’, natural, y sin necesidad de fondos europeos. O sea, no hay ninguna pendiente que sea un obstáculo. A mitad de camino paraba para tomar un café, leer el periódico y regresar a casa. 

Como pueden imaginar, ilustres lectores y lectoras no había tienda, ni comercio, ni restaurante, ni bar, ni otro tipo de local que no conocía. La calle Pi y Margal en particular: de punta a rabo. Poco a poco, al pasar el tiempo tuve que recortar el recorrido simplemente porque el cuerpo no aguantaba tanto paseo y ahora mi última parada es en una cafetería cerca del colegio de las Carmelitas. Como comprenderán, durante todo este tiempo tomaba nota de los cambios, en especial como cerraban más y más comercios. 

Al comenzar las humanizaciones, las obras del nuevo proyecto del Barrio del Cura y sospecho que, con el comienzo del de la peatonalización de la Puerta del Sol, la ‘muerte’ de la pequeña calle podría ser total. Me explico. El primero que cerró fue el quiosco en la curva de la calle. A unos pocos metros había un pequeño negocio que vendía té y café. Se traslado a otro lado. Luego había un salón de tatuajes. También cerró. Aun se salva una peluquería, una panadería y ‘otra’ tienda de té. He notado estos años que el efecto dominó de todo estas han causado que en la calle Pi y Margal también han cerrado muchos negocios. Últimamente he consultado a algunos que aún quedan, que piensan sobre su futuro incluido durante la supresión obviamente del servicio de Vitrasa. La contestación fue unánime. ¡No saben nada!

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