Opinión

Memoria histórica

Gran Bretaña está enferma. Dondequiera que se ponga la vista abundan las pruebas de ello. Los signos externos son una libra esterlina que no baja, sino que se desploma; una producción industrial que disminuye constantemente; una tasa de inflación del veintisiete por ciento, no igualada por ninguna otra potencia industrial importante. Los signos internos no so menos evidentes. Con pocas excepciones, las instalaciones industriales de Gran Bretaña son viejísimas; su acería y fábricas de automóviles tratan de salir del paso con maquinaria anticuada y gastada; pocas de sus industrias pueden competir con las de sus asociados en el Mercado Común o con las del mundo en general. 

A causa de todo esto, el nivel de vida del pueblo británico es mas bajo que el de otros países comparables de Europa, y muchos menos que el de los Estados Unidos. Y ese nivel mas bajo afecta a todos, desde pares del reino hasta labriegos. Se acaban los buenos tiempos incluidos para aquellos que, en los poderosos sindicatos, trabajan en industrias protegidas y subsidiadas. También se encuentra en dificultades la clase media; médicos, contables, profesores universitarios, empleados, periodistas, funcionarios, comerciantes. Todo esto es muy curioso, porque Gran Bretaña no ha llegado a este estado por haber sido derrotada en una guerra o por cualquier desastre natural. La ruina del Reino Unido es de su propia obra. 

Ha llegado a esta situación principalmente por la política de su gobierno y por la aceptación resignada de su pueblo. Así, Gran Bretaña ofrece un manual para llevar a la ruina a una nación de antaño fuerte.’ Este artículo, dilecto/a leyente/a fue escrito por Vermont Royster, antiguo director de ‘The Wall Street Journal’, y publicado luego en la revista ‘Selecciones del Reader’s Digest’ nada menos que en la edición de marzo de 1976. ¡O sea, hace ya 45 años! La situación actual de este gran país que ha decidido marcharse de Europa, cerrando la puerta a una Unión con mas de 450 millones de ‘consumidores’ y optar nuevamente por navegar por el mundo se encuentra casi en la misma situación.

El actual gobierno del primer ministro Boris Johnson, no solo ha optado por el divorcio, a mas tardar, a partir del 1 de enero del año que viene, ha dado un ultimátum a los negociadores de la Unión Europea, que, si no cumplen con las demandas que ya están en la mesa llegado el mes de junio, el Reino Unido de su Majestad Isabel II se marcha sin acuerdo alguno. ¡Y a freír churros! Con todo lo que está ocurriendo en el mundo en estos momentos, desde la horrible pandemia del Colono virus, a los horrores del cambio climático, desde la enorme crisis económica internacional provocado por esta enfermedad, hasta la continua amenaza del terrorismo islámico, lo último que necesita la ‘gran familia’ europea es un miembro caprichoso que no puede ver el bosque por culpa de los arboles de que ni es el momento ahora ni nunca de encerrarse en una fortaleza innecesaria y nefasta con el gran nombre de ‘Brexit’. Además, como dice al artículo antes mencionado: ¿Qué tiene que ofrecer el Reino Unido que no lo tiene ya el resto del mundo? ¿Los jurelitos?

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