Opinión

Los divertículos

Me dijo un médico amigo hace muchos años que el cuerpo humano comienza a desarrollarse hasta llegar a su madurez a una edad muy temprana y luego comienza, poco a poco a deteriorarse. Añadió que no todas las partes que lo componen lo hacen al mismo tiempo. Por eso, aparte de lo obvio que es la vida que uno lleva, sana o de jolgorio, algunos seres humanos disfrutan de una larga vida y otros tristemente mueren más jóvenes. Suena muy fuerte, pero es la pura verdad.
 

El envejecimiento gradual se nota generalmente por la transformación externa al ver como un cuerpo esbelto se transforma en uno fofo, la pérdida del pelo o la aparición de canas y uno de los más obvios que son las arrugas en la cara. Pues curiosamente ocurre algo parecido en la parte interior del cuerpo que está relacionado con el sistema digestivo, concretamente en el intestino. Si uno observa en la imagen interna del cuerpo humano vera que este órgano vital aparece como una serpiente enroscada que comienza en la base del estómago y termina en el ano. En un adulto mide nada menos que un metro y medio. Sabemos la función que conlleva y es el de absorber los nutrientes y el agua durante el proceso de digestión y expulsar como heces lo que sobra. 

Pues bien, este gran miembro de la familia del cuerpo, al pasar los años también sufre, como en la cara, con arrugas internas que se manifiestan generalmente a partir de los 50 años. Naturalmente que difieren de un ser humano a otro y son como unas pequeñas cuevas minúsculas a lo largo de este túnel de metro y medio. Estos se llaman divertículos. La mayor parte de la humanidad no se entera de que existen si llevan una vida relativamente normal y sana. Pero a veces, si nos pasamos de la raya con una buena comilona castigando al pobre sistema digestivo esta serpiente se cabrea y lo puede hacer de dos formas. El primero es que queden atrapados restos de la digestión en una o varias de estas cuevas y posteriormente se infecten (diverticulosis), o al tener que trabajar a tope causan que una pequeña vena en uno de los más débiles comience a sangrar. Dilecto leyente/a lo sé de experiencia porque he sufrido del segundo efecto con una masiva hemorragia hace ya casi 17 años (2003). Al principio la sangre se acumula - no nos olvidemos que son un metro y medio y al cabo de unas horas al ir a ‘hacer de vientre’… ¡Madre mía! Pasaron varios años hasta que un buen día volví a sufrir de otro ataque. Para concluir voy por la cuarta vez y estoy, en estos momentos recuperando. 

¿Los médicos aconsejan dietas ricas de fibra, pero quien rehúsa un buen cocido, lacón con grelos o unos ricos callos? ¡Y no hablemos del alcohol! A todos nos gusta un buen blanco con el marisco y un tinto con un chuletón. Un café, un chupito y posiblemente un puro y el ‘coctel molotov’ está servido. La serpiente no perdona. ¿Pero porque estoy escribiendo sobre esta dolencia, que por cierto los médicos generalmente no saben porque ocurre algunas veces y otras no, aunque conocen muy bien el problema? Pues el último ataque que tuve fue nada menos que este pasado domingo cuando el país estaba ya sometido al ‘Estado de Alarma’ contra el coronavirus. Solo puedo añadir que fui a urgencias a Povisa en un taxi, explicándole que era por otra razón. Estuve en observación toda la mañana y menos mal que dejé de sangrar y me mandaron para casa. Una vez más, un saludo al cuerpo médico de Galicia.

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