Opinión

Fútbol, rugby, Ellis y Aspas

El deporte del fútbol tiene sus raíces hace siglos en distintas partes del mundo principalmente China seguido por los griegos y luego los romanos, pero no fue hasta principios del siglo XIX que se establecieron ciertas reglas de juego, se introdujo este deporte como lo conocemos hoy en día. Fueron los ingleses en los colegios privados de Winchester, Harrow, Rugby y Cheltenham que decidieron establecer un deporte formado por dos equipos y, en un campo de hierba, con dos porterías en ambos lados, con un balón se disputara durante unos minutos, un duelo a base de marcar ‘dianas’. Poco a poco, desde el año 1810 las reglas básicas fueron asentadas mientras este gran deporte fue exportado al resto del mundo. Pero, existe un ‘pero’. Solo se podía ‘driblear’ el balón tratando de esquivar, al contrario, sin empujones, placajes, agarrones o lanzarse con los pies hacia el balón y desde luego, nada de juego sucio. Un buen día, de acuerdo con la leyenda, un cura ingles llamado William Ellis del colegio privado de Rugby, en el año 1823, se le ocurrió coger el balón y correr hacia la portería contraria a marcar un tanto. Como es lógico, causó un verdadero revuelo, pero así nació el deporte paralelo del rugby que, al igual que el futbol fue adaptado por decenas de países del mundo. Los norteamericanos, como siempre, lo cambiaron, pero esto es otra historia. Una vez más, las reglas de juego eran similarmente estrictas. Se podía aplacar al contrario de la cintura para abajo, prohibido juego sucio y similar al futbol, los equipos consistían en centro campistas, delanteros, pero un solo defensa. Al pasar los años ambos deportes comenzaron a cambiar de tácticas además de introducir nuevos métodos de juego con las correspondientes reglas. Hoy, por ejemplo, en el rugby, los jugadores pesan una tonelada y a base de la fuerza física consiguen lo que llaman los ‘ensayos’. Se acabó lo de los velocistas flacos que esquivaban al contrario para marcar el tanto. En el fútbol de hoy vale todo con el resultado de muchas lesiones serias, especialmente en las piernas y los tobillos. Ver a un jugador de futbol volar por el aire es común y los que marcan los goles no son necesariamente los delanteros. El ejemplo es el gran defensa Sergio Ramos que nos sigue sorprendiendo con magnificas dianas en la portería contraria. Volviendo al rugby, curiosamente pasa lo mismo. A veces el único defensa se incorpora en el ataque y marca el ensayo. Lo que ocurre actualmente es una mezcla de actuaciones similares en los dos deportes. Hay ‘agarrones’ de un jugador de futbol a un contrario para pararle el carro como ocurrió con Iago Aspas en el encuentro del domingo pasado contra el Valladolid cuando un jugador lo agarró de la camisa. Y luego, Iago cogió el balón como hizo Ellis y se marchó del campo. Personalmente fui educado en un colegio interno británico en Argentina donde se practicaba el rugby y estaba prohibido jugar al futbol. Desde los 8 años hasta los 28 practique este deporte. Luego, unos 5 años más tarde, en Gran Caimán, un grupo de entusiastas decidieron formar un club de rugby. A mis 33 años volví a jugar y recuerdo con nostalgia haber jugado mejor que nunca acabando como el capitán del equipo. Por eso pienso en Iago Aspas hoy, con la edad que tenía yo, jugando mejor que nunca y esperemos con unos cuantos añitos más. Pena lo del jueves contra el Barça, aunque el Celta jugo bien. Aún hay mucha liga por delante.

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