Opinión

Brexit duro

Mientras en este país se debate sobre la investidura del actual presidente en funciones, el Reino Unido de la Gran Bretaña, al otro lado del Canal de la Mancha un nuevo gobierno de ultra derecha se prepara para marcharse definitivamente de la Unión Europea. Ya estábamos acostumbrados durante los últimos tres años al ‘teje y maneje’ del gobierno británico, constantemente mareando la perdiz, luego del resultado nefasto del referéndum del 26 de junio del 2016 cuando un par de fanáticos llamados Boris Johnson y Nigel Farage consiguieron engañar durante años a los ingleses de que los europeos no eran de fiar y que todo el sistema en Bruselas era un nido de víboras. Ha llegado la hora de la verdad. El nuevo primer ministro, nada menos que el bufón Boris Johnson dio un discurso en que prometió el oro y el moro con una nueva era de prosperidad una vez que se cierre la puerta el 31 de octubre, fecha límite para luego comenzar a navegar los mares del mundo desgarrándose del yugo de la maldita Comisión Europea que tanta mala leche les han dado durante décadas y décadas. ¡Uf! ¿Qué quieren que les diga? Están como cabras. Lo curioso es que, como hijo de padre escocés y madre galesa me vuelve el espiritu de William Wallace, el famoso rebelde escocés del siglo XIII que luchó contra los ingleses, personaje llevado a la pantalla en la película ‘Braveheart’ con Mel Gibson. O sea, mandar a la porra al parlamento de Westminster. Pero no puedo. Otra anomalía es la posibilidad de escribir esta nota con toda la furia como europeísta por un lado y por ser británico por otro, pero más que nada porque soy un jubilado de su Majestad la Reina Isabel II que dedicó más de 35 años de trabajo a nivel ejecutivo para dos de las más grandes multinacionales de telecomunicaciones de la gran Albión. El derecho al pataleo no me lo quita nadie. ¿Por qué tanta furia? Porque los británicos que vivimos en Europa, especialmente los que no dependemos del país de nuestra residencia seremos los más perjudicados si la salida prometida por el nuevo y malvado gobierno actual es sin un acuerdo de ninguna clase. Pero no seremos los únicos porque también lo notaran los que viven en las islas y los europeos que dependen de negocios o lo que sea con Gran Bretaña. ¡Y Galicia, especialmente! El sector de la pesca estará en vilo. Hasta un parlamentario chiflado amenazó mandar a la Royal Navy. ¿Sin embargo, la pregunta del millón es cuál será el efecto práctico de este Brexit Duro a partir del 1 de noviembre? ¿Y saben la respuesta? ¡Nadie lo sabe! Solo se puede especular. Aquí va. No se cancelarán los vuelos, pero el follón en los aeropuertos será monumental. Luego están los puertos. Colas y colas de camiones y coches por el control de aduana y pasaportes. Esto el primer día. Pasemos a Irlanda e Irlanda del Norte. ¡Madre mía! Piensen en nuestra frontera con Portugal y la introducción ‘inmediata’ de un control. Las colas para ir a tomar una cerveza en Tui o Valença. O los peregrinos por la ruta sur que ahora pasan a miles por la Cidade Fermosa hacia Santiago. Son un par de ejemplos. ‘¡Pasaporte por favor!’ Ya no podrán los europeos viajar con solo el DNI y si no es por turismo entrara inmediatamente un sistema de visados. Solo tienen que entrar en la página web del consulado británico y verán el laberinto presentado en un formulario multitudinario. Continuara porque hay más tormenta a la vista.

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