Opinión

Las claves del comportamiento humano

Los seres humanos estamos sujetos a unos códigos de conducta que son imprescindibles para garantizar la convivencia y el desarrollo de la vida social en paz, que rigen cualquier acción de cada uno de nosotros, lo que genera un impacto sobre la vida de los demás y en la sociedad. Los valores éticos fundamentales (respeto, justicia, responsabilidad, honestidad y libertad) están ligados a cuestiones que afectan al comportamiento humano como son la autenticidad y la coherencia, aspectos que, en estos tiempos, tanto en la vida pública como privada, brillan por su ausencia en demasía, ya que se predica una cosa y se practica la contraria. Lo más preocupante es que esto ocurra en personas que lideran la sociedad y que ocupan cargos relevantes (razón por la cual estarían obligados más si cabe a la ejemplaridad), y sean los primeros en practicar la doble moral, su discurso y su forma de actuar entran en pura contradicción (“la humanidad tiene una doble moral: una que predica y no práctica, y otra que practica y no predica”, decía Bertrand Rusell). 
La mejor referencia moral es una conciencia limpia, obedecer a nuestra conciencia y ser coherentes y consecuentes con nuestras ideas y principios (“la buena conciencia es la mejor almohada para dormir” decía Sócrates; “quien tiene paz en su conciencia, lo tiene todo” decía San Juan del Bosco). En el transcurso de nuestra vida, elegimos un camino creyendo que es el correcto, aunque sepamos de antemano que no va a ser un camino de rosas y que no nos va a traer la felicidad, pero nos va a permitir sentirnos bien y ser dignos de nosotros mismos (“la moral es la ciencia que enseña, no cómo hemos de ser felices, sino cómo hemos de llegar a ser dignos de la felicidad” decía Kant). La ética tiene una importancia crucial en nuestras vidas (“un hombre sin ética es una bestia salvaje soltada a este mundo” decía Albert Camus; mientras que Fernando Sabater sostiene que: “en la ética confluyen tres virtudes: coraje para vivir, generosidad para convivir, y prudencia para sobrevivir”). La ética nos forja como personas, nos ayuda a encaminarnos correctamente por la vida, y hace que nuestras obras trasciendan en el tiempo y dejen huella.
Hay unos imperativos morales inherentes a la libertad individual, que son los que realmente engrandecen al ser humano y que debemos tener presentes: desde la ética, ser auténticos y coherentes con nuestras ideas y principios, defender siempre la verdad y lo que es justo, respetando a los que piensan distinto, propiciando la concordia y la cohabitación, pero sin perder nunca nuestra identidad e independencia de criterio, en todo aquello en lo que uno cree y piensa que es lo mejor para uno mismo, para su familia y para la sociedad. Desde estos principios y valores, nuestra obligación y compromiso como ciudadanos responsables es alzar la voz cuando la situación lo requiera, en aras de construir una sociedad de progreso más libre y democrática, más justa e igualitaria, más solidaria y más humana.
Conclusión: “Que el ser humano en su trayectoria vital sea capaz de dejar huella y su legado a la sociedad, a través de buenas obras que trasciendan en el tiempo, buscando siempre el bien común, siendo libre, obedeciendo a su conciencia, sin ataduras de ningún tipo y con una trayectoria ejemplar”. ¿Qué más se puede pedir?

(*) Científico, académico, escritor y humanista.

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