Opinión

Deslealtades

Sánchez lo va a conseguir finalmente desde la fuerza de las urnas y no desde una moción de censura. No sabemos lo que durará en el Gobierno, pero le van a exigir que haga determinadas cosas que pueden marcar el futuro de España para varias décadas. Va ser noticia todos los días por sus socios de gobierno y por los problemas en los que, previsiblemente, va a meter a todos los ciudadanos. Yo no apostaría -y me gustaría mucho equivocarme- porque el suyo vaya a ser unGobierno para todos los ciudadanos españoles ni para una legislatura entera. Posiblemente va a ser el más partidista de los que hemos tenido en la democracia, no solo por la propia filosofía de Pedro Sánchez, sino por los apoyos que necesita. Cada voto para la investidura nos va a costar mucho a todos los ciudadanos y cada voto que necesite para aprobar leyes, mucho más.
Pero, en mi opinión, lo más importante de esta decisión es el ejercicio de deslealtad que, con el casi absoluto silencio de los barones socialistas y de sus más importantes referentes históricos, está emprendiendo el presidente Sánchez.

Deslealtad al Rey y a la Corona porque pone en manos de los republicanos el futuro de España y de la propia institución monárquica.

Deslealtad a la Constitución porque va a gobernar con el apoyo explícito o la abstención imprescindible de quienes pretenden acabar con el sistema democrático y con el propio texto constitucional, poniéndose en manos de quienes apuestan decididamente por la ruptura y sin hablar siquiera con los partidos constitucionalistas.

Deslealtad con la Justicia porque, por la vía de los hechos está descalificando a los jueces y a los tribunales españoles.

Deslealtad con la ley porque está buscando resquicios para saltársela desde el poder y beneficiar a una parte de la sociedad, ignorando al resto, incluso con un referéndum disfrazado de consulta popular.
Deslealtad con los catalanes porque ha pactado con quienes representan ni siquiera a la mitad de los ciudadanos de esa autonomía y deja al pie de los caballos a la otra mitad.

Deslealtad con Navarra porque ha pactado con una fuerza política, que ni siquiera es mayoritaria en esa comunidad autónoma, acuerdos que afectan a todos los navarros, sin contar con los que, aunque no gobiernen, han sido los más votados.

Deslealtad con los que crean riqueza en España, empresarios y autónomos, ignorados en este acuerdo.
Deslealtad con los medios de comunicación porque, frente a las promesas de transparencia, no solo ha practicado la opacidad absoluta, sino que no acepta someterse a las preguntas de los periodistas a los que excluye de actos de enorme trascendencia. (Aquí, un mea culpa: si los periodistas que acuden a una rueda de prensa donde no se admiten preguntas, se levantaran, se fueran y no informaran del acto sino de la impudicia democrática, las cosas cambiarían).

Deslealtad con su propio partido, el PSOE, que nunca en esta democracia, la única seria y positiva de nuestra historia, había jugado la carta de negociar, pactar y dar alas a los que quieren romper España.
Y deslealtad, en fin, con el propio Pedro Sánchez que va a poner en marcha como presidente del Gobierno muchas de las cosas que negó cuando era candidato en las últimas elecciones y con socios a los que calificó con extrema dureza.

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