Opinión

¿A quién le importa Europa?

Siempre es un placer escuchar a José Borrell, compartas o no sus ideas, especialmente cuando habla de Europa. Es fácil que muchos no sepan que el próximo día 26 hay unas elecciones europeas, sobre todo porque en la campaña electoral que estamos viviendo nadie habla de Europa. Se habla de las elecciones locales y autonómicas, más puerta a puerta que en grandes mítines o encuentros, pero nada de Europa. Como si no fuera importante, como si no nos jugáramos tanto en estas elecciones, con el Brexit empantanado, con una tensión cada vez mayor con Estados Unidos y con su presidente dispuesto a cualquier locura, con un resurgimiento de los populismos extremistas y del antieuropeismo y, por todo ello, con una pérdida de influencia de Europa que nos puede llevar a no ser relevantes sino dependientes de las grandes fuerzas mundiales. Si estas elecciones no fuerzan un poder europeo fuerte, Europa acabará siendo un continente de tercera y cada uno de nuestros países será más débil en lo económico y en lo político. También en lo social.
Son unas elecciones decisivas. Pero no se habla de ellas. ¿Quiénes son las cabezas de lista de cada formación? Me juego lo que sea a que no lo saben. Se habla más de Cataluña y de las ocurrencias de sus líderes independentistas que de Europa, aunque en Cataluña no haya elecciones. Ni siquiera los políticos catalanes, soberanistas o no, se dan cuenta de que solo en Europa tienen futuro. Y los que pescan en río revuelto, como el PNV o Podemos y, por supuesto, los herederos de ETA y algunos otros, encantados y viendo qué pueden pescar. Por eso interesa escuchar a Borrell hablando de Europa y señalando que hasta ahora la han hecho las élites, los Gobiernos, con un consenso permisivo de los ciudadanos, pero que eso se ha terminado y ahora hay que construirla con consensos ciudadanos expresos. ¿Es posible eso con los Salvini, Le Pen, Orban y otros líderes de la extrema derecha? ¿Es posible con los populismos de izquierdas o con los soberanimos dispuestos a desmantelar la todavía débil construcción europea? 
Borrell apunta diez problemas de Europa que hay que resolver para que la realidad europea, la más social y la más relevante en la defensa de los derechos de sus ciudadanos, pueda seguir existiendo: acabar y consolidar la zona euro; armonizar la fiscalidad, hoy muy diferente; reforzar la política agraria común; fortalecer el comercio internacional; una política industrial que ponga la tecnología en primer lugar si no queremos ser irrelevantes, que es el camino que llevamos; instituciones que manden de verdad en Europa; la energía y el clima; la construcción de una Europa plenamente social con un salario mínimo europeo y un seguro complementario de paro; afrontar el problema de la inmigración de forma regulada; y la política común de defensa y seguridad que nos reforzaría y nos ahorraría muchos miles de millones de euros... El resto del mundo avanza —especialmente Rusia, China, Estados Unidos, Japón, India...—, Europa se detiene. Somos pocos, viejos y dependientes. O nos unimos o vamos a perder lo que tanto ha costado conquistar: la libertad, la seguridad, el Estado Social y de Derecho. Europa importa. O debería importarnos. Y mucho.

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