Opinión

Que la huelga no termine en un día

Hay discriminación hacia la mujer en todos los sectores y en todos los niveles sociales. En unos más que en otros, sin duda. La mujer es el 50 por ciento por ciento de la población, y en algunas tareas o profesiones mucho más, pero sigue existiendo una clara desigualdad de oportunidades, siguen vivas discriminaciones de tipo salarial y de acceso a las responsabilidades de poder y hay otras muchas brechas de precariedad y muchas barreras en el trabajo. Hay que poner en marcha medidas e iniciativas para alcanzar una igualdad real. Y hay que hacerlo en las empresas, en las profesiones y, sobre todo, en los centros educativos y en las familias. Tengo la sensación de que en estos dos últimos casos somos muy deficitarios. Una parte importante de los y las jóvenes siguen teniendo en sus comportamientos actitudes machistas o que, cuando menos, las toleran, las disculpan o las esconden.
Por eso mismo hay que exigir a hombres y mujeres que ocupan cargos importantes en la política o la empresa, que son referentes de los jóvenes en la cultura, la vida social y los medios de comunicación que se impliquen en serio en la lucha por la igualdad. Y a los espectadores pasivos de los medios -entre ellos muchas mujeres- que no aplaudan, toleren o se diviertan con la cosificación de la mujer que se produce todos los días en la televisión o en la publicidad, por poner dos ejemplos. Hay cientos. 
La igualdad no puede ser un solo un objetivo, tiene que ser una realidad. Y las prácticas que favorecen o protegen la desigualdad deben ser perseguidas y castigadas. También hay que promover medidas legales que ayuden a luchar contra la desigualdad. La conciliación, la corresponsabilidad, la flexibilidad son asignaturas pendientes en España. Y no veo iniciativas para cambiar eso. Me preocupa que nos quedemos en una celebración de un día, en unas manifestaciones numerosas y que mañana todo siga igual. Hay demagogia en algunas reivindicaciones y algunas expresiones del feminismo radical. Pero el fondo de la aspiración a la dignificación de la mujer es irrefutable.Y hay que alzar el punto de mira. Es cierto que hay que eliminar todas las barreras y todas las brechas que existen en España. Y no tolerar ninguna forma de violencia, ninguna. Pero también tenemos que hacer algo más porque la pobreza, el hambre, la desigualdad, la violencia y la exclusión en el mundo tienen rostro de mujer. Lo denuncian casi todas las organizaciones, entre ellas Manos Unidas. Boko Haram acaba de secuestrar a otro centenar de niñas y nadie ha dicho nada. El feminicidio en México no es una tragedia porque allí "es natural". La práctica de la ablación en muchos países de África sigue destrozando la vida de las mujeres. Más de 750 millones de mujeres han sido obligadas a casarse con menos de 18 años. Ciento veinte millones de niñas han sufrido violencia sexual... Hay mucho más.
En España, en la Europa de los derechos humanos no debemos tolerar ninguna violación de los derechos de la mujer. Pero también hay que exigir a los Gobiernos con los que negociamos a que acaben con esas prácticas diarias. Y, sobre todo, convertir esa política en una acción permanente, sin descanso. Por todas las mujeres.

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