Opinión

Todos los presidentes y el protocolo

Todos los presidentes desde Aznar han cometido errores de Protocolo, pero el peor de todos fue Rajoy, que colocó a su esposa como segunda autoridad del Estado en la firma de la abdicación del Rey Juan Carlos. A Zapatero, hace años, le pasó lo mismo que a Sánchez. Aznar hizo que su esposa le hiciera la sombra a la Reina Sofía en un viaje de Estado.
Salvo Felipe González, todos los presidentes del Gobierno hasta el presente han cometido errores de protocolo. Pero el más grave es el de Rajoy quien, en la firma de la abdicación del Rey Juan Carlos I en el Palacio Real de Madrid, colocó a su esposa entre él y el presidente del Congreso, en línea con el del Senado y el presidente del Consejo General del Poder Judicial y del Tribunal Supremo. La esposa del presidente del Gobierno, salvo como agregada en actos sociales, no es nada.
Se ha achacado esa situación a la propia Casa Real, en el sentido de que colocó a la esposa de Rajoy entre su marido y el presidente de las Cortes como atención personal. Cuesta creerlo, porque en realidad le hizo un feo, de ser así, a las esposas de los otros altos cargos, dado además que para podía tener esa atención colocándola en un lugar destacado entre el público, y no en el orden de colocación de las autoridades del Estado, según la norma jurídica que establece su orden.
No se tiene noticia de que Felipe González, pese a que su esposa era diputada metiera la pata. Si lo hizo Aznar, que se llevó a su esposa a un viaje de Estado a Cuba, y como si fuera algo, obligó a que le montaran una serie de visitas a centros diversos de forma paralela a la agenda social de la Reina Sofía que acompañaba al Rey Juan Carlos I en aquella ocasión.
A Zapatero le pasó lo mismo que acaba de pasarle a Sánchez, en una recepción de Estado, ya que tras saludar a los Reyes se colocó en la línea de saludo.
Conviene tener presente que en España no existe protocolo de Corte, sino protocolo de Estado, establecido en el Real Decreto 2099/83, de 4 de agosto, donde se regula el orden de las autoridades y que fue reformado desde la abdicación de Juan Carlos I. Ahora bien, en un acto en el Palacio Real, como en este caso, los reyes son los únicos anfitriones que reciben a las autoridades del Estado. Por lo tanto, nadie más ha de colocarse en la línea de saludo.
Pedro Sánchez tenía que saberlo.

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