Opinión

Sánchez debe tomar nota del fracaso de Touriño por su bigobierno

Uno de los más estrepitosos fracasos del PSOE, aunque lo sufrió en su día su organización territorial en Galicia, el PSdeG, se debió en su momento a los efectos de un doble gobierno entre el socialista Touriño y el nacionalista Quintana, como reconoció el primero, que incluso hubo de abandonar la secretaría general de su partido en esta comunidad, quien fue consciente de que los electores del PSOE y los del Bloque no eran precisamente compatibles o conciliables.

Entre 2005 y 2009, los gallegos asistieron atónitos a la existencia de dos gobiernos paralelos, en aparente coalición, cuando en realidad cada uno iba por su lado, e incluso daba la sensación de que existían dos presidentes del mismo rango, con sus respectivos gabinetes y conselleiros, cada uno de los cuales daba cuenta y seguía las directrices de su jefe de filas: Emilio Pérez Touriño y Anxo Quintana. Este último reconocería con el tiempo que la falta de comunicación fue un factor determinante del fracaso en las urnas cuando quisieron repetir la fórmula y el PP de Feijoo les ganó por aplastante mayoría.
Aquella Xunta era en realidad una sucesión de compartimentos estancos, eso sí llenos de asesores diversos, donde fueron colocando a los amigos, en algunos casos, con transporte incluido. La sombra de aquella experiencia se proyecta, se quiera o no, en la sensación que se desprende de la propia estructura del nuevo Gobierno de Pedro Sánchez, sobre todo cuando se recuerda la pesadilla que ayer le quitaba el sueño y ha convertido ahora en realidad.

Los conselleiros del Bloque nunca se sintieron obligados por otras directrices ni política que la que dictaba Anxo Quintana. El anecdotario de situaciones pintorescas de aquella época daría para llenar un libro, en el que habría que dedicar varios capítulos a la nómina de asesores diversos que se fueron colocando al albur de la falta de autoridad de Pérez Touriño sobre parte de su Gobierno, que nunca llegó a controlar.

Una vez que el PP recuperara la mayoría absoluta, en marzo de 2009, Emilio Pérez Touriño se vio obligado a presentar su dimisión como secretario general del PSdeG, o sin cierto dramatismo, abandonando el cargo que ocupara desde 1998. Touriño dijo que se trataba entonces de "una decisión personal y e intransferible porque asumía su responsabilidad", después de que su partido perdiese escaños a beneficio del propio Bloque y del PP en las elecciones autonómicas de 2009. Y como suele suceder en estos casos, dijo que el PSdeG "debería abrirse una nueva etapa con nuevos liderazgos tras haber culminado una trayectoria de crecimiento de la que aseguró sentirse "especialmente orgulloso". Y como no se consuela el que no quiere, vino a decir que el PSOE era un partido consolidado en Galicia, con gran presencia en ayuntamientos de Galicia, porque su derrota (Sic) “tampoco era un gran descalabro”.

El presidente derrotado anunció, cosa que nunca llegaría a realizar, un análisis detallado más delante de su fracaso, no sin antes reconocer que el triunfo de la derecha fuera claro y contundente, pero lo achacó no a sus errores ni a su gobierno, sino a la situación económica.

No obstante, reconoció que el resultado electoral estaba vinculado con una percepción del Gobierno bipartito y de su funcionamiento" que creó desencanto en el electorado socialista y en el del BNG. "No fui capaz de transmitir una sensación de gobierno confiable en un contexto de crisis y de no dar una imagen de bigobierno", achacó. Pero al tiempo acusó al PP de llevar a cabo una campaña que lo había perjudicado mucho.  Pero no supo qué responder a la caída de voto al PSOE que entonces fue especialmente notable en las ciudades. Tampoco quiso reconocer que fue el desgaste de aquel gobierno duplicado lo que lo llevó a adelantar las elecciones, con la esperanza de poder librarse de un incómodo socio.

Pero uno de los peores tragos entonces, fue tener que disculparse ante el entonces presidente del Gobierno, Zapatero, por fracasar en su intento de consolidar la postura del PSOE en Galicia y retener el gobierno de la autonomía.
Una de las extravagancias de la etapa del bipartito fue el desaforado incremento del parque móvil de la Xunta, especialmente de costosos Audi blindados, al servicio de la presidencia. Una de las primeras medidas de Feijoo fue la enajenación de dichos automóviles junto con otros 20 de alta gama que permitió ahorrar 1,5 millones en cuatro años y dejar el párking oficial sin ningún coche blindado. En concreto, sobre la etapa de Touriño-Quintana se redujo un 25 por ciento el coste del parque móvil, donde cualquier asesor hasta disponía de servicio con vehículo propio. Sólo en 2008, los vehículos de alta gama costaran a los contribuyentes gallegos cerca de 400.000 euros. Como curiosidad, el Citroën C6, sin blindar, que usaba Anxo Quintana fue heredado por Alberto Núñez Feijoo. El Audi blindado de Touriño, que costará 480.000 euros, hubo de ser enajenado por menos de la mitad de lo que se pagó por él.

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