Opinión

En recuerdo de la socialista María Teresa Fraiz

El fallecimiento de la veterana socialista viguesa María Teresa Fraiz me ha cogido con poca presencia de ánimo, influido como todos por estos tristes días; pero no por ello quiero dejar de dedicarle un recuerdo cariñoso a su persona, a su socialismo ético y a su ejemplo en todos los sentidos.

Extraordinariamente grata en el trato personal, mis recuerdos la sitúan como una luz compartida con Miguel Barros y los de su grupo en los tenebrosos días en que otros hicieran del partido y del Ayuntamiento una oficina de colocación de sus afines, con el consiguiente escándalo dentro y fuera del partido.

Yo, como periodista, le debo la solvencia del contraste y la esperanza de que dentro de aquel PSOE había otra gente, otra alternativa, otro modo de entender el socialismo, o mejor, había verdaderos socialistas. Quizá ahora no se entienda, si no lo detallo a que me refiero, ni tampoco quiero ahora resucitar fantasmas del pasado. Pero la crónica de aquellos días, de la que fui redactor, recuerda aquellos apaños, como que siete miembros de una misma familia que jaleaba al alcalde en las asamblea del PSOE fueran colocados a dedo en el Ayuntamiento, o que dentro de la oficina de colocación de afines y amigos, tras un falso concurso, de resultado sabido, fuera colocado al frente del Servicio Municipal de Aguas el ex alcalde de Ceuta, o que un cargo subalterno de un ayuntamiento de los alrededores de Madrid fuera exportado a Vigo para ser colocado al frente de un servicio, a dedo, que requería una titulación de la que no disponía.

María Teresa, Miguel Barros y otros socialistas de aquel tiempo eran las voces críticas que se alzaban contra el tinglado montado entre el Ayuntamiento y la agrupación local del PSOE, donde hasta había matones al uso para intentar sofocar las discrepancias. Insisto, no quiero despertar a los fantasmas dormidos de aquel tiempo, pero sí recordar la figura de quienes los combatieron en vida con enorme valentía y decisión. Para mí, como periodista, personas como María Teresa Fraiz representaban el puerto seguro del dato preciso y el contraste solvente en todo momento. Porque precisamente, su lealtad a los ideales del verdadero socialismo era su mejor patrimonio.

María Teresa sobresalía por ser una mujer culta, pero con la sencillez de las personas que realmente lo son y saben el terreno que pisan. Su experiencia vital y profesional, junto a su marido el doctor José María Franco, le daban un nivel de conocimientos y experiencias que sólo poseen las personas de alto contraste. De ahí que, dentro de su sencillez personal, fuera un placer la conversación con ella sobre cualquier tema, sobre el que sobresalía su compromiso social. Su lealtad a la línea que representaba Miguel Barros era una de sus divisas y el respaldo más seguro en las tormentosas asambleas del partido, donde la masa dominante trataba de ahogar lo que era realmente la oposición honrada.

El respeto a la discreción que le debo como periodista, me invita a detenerme en este punto, para enviar un cariñoso abrazo a su familia, y a ella el recuerdo agradecido de un periodista que se siente orgulloso de haber sido su amigo.

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