Opinión

Las “razones de Estado” de Sánchez, peligroso terreno

Los timbaleros de Pedro Sánchez recurren a la expresión “Razones de Estado” para justificar sus acciones más deplorables: O sea, que reforma a la carta el Código Penal para anular la sanción a los independentistas catalanes, pacta con Bildu y llevar a Podemos a su Gobierno, luego de que afirmara que nunca haría tal cosa., se deben a razones de Estado. Es un territorio peligroso. Sobre todo, porque ¿quién controla y evalúa esas razones y en beneficio de quién? ¿Cuál fue la razón de Estado para la reforma substantiva del Código Penal, cuál?  O sea, que puede decir una cosa y hacer la contraria, escudándose en ese motivo. Es groseramente inmoral, aunque a sus turiferarios le entusiasma y se abstraen, como lo hacen cuando se salta a la torera, en el asunto del Sahara, el propio programa electoral con el que se presentó a las elecciones. Más que razones de Estado, son razones de “su estado”, para seguir en la Moncloa.

Por otro lado, la mera evaluación de un político por algunos resultados abunda en lo dicho. Hitler y Mussolini lograron el pleno empleo, hecho de enorme importancia, pero a nadie se le puede ocurrir aislar este hecho positivo del modo en que se logró y su contexto. Ya sé que es un ejemplo extremo. ¿Quién no va a querer que haya pleno empleo, se suban las pensiones y mejoren las condiciones sociales para el conjunto? Pero eso mismo se debe perseguir dentro de un contexto global, sin otros flecos. ¡Cuidado, pues, con las razones de Estado sin más, es uno de las herramientas en que las dictaduras justifican sus actos, todos sus actos! Como nos enseñaron los clásicos, entre política y moral tiene que haber jerarquía. No todo vale, no vale o debería valer todo. Eso pensaban algunos socialistas verdaderos. Recientemente leí un trabajo donde recordaba que a Platón casi lo vendieron como esclavo cuando quiso adoctrinar al tirano de Siracusa, Dionisio I, para que fuera mejor gobernante.  En su ensayo “Hacia la paz perpetua”, Kant utiliza la ética para distinguir entre dos clases de políticos, aquellos que la utilizan como mero barniz para camuflar sus tropelías y esos otros que la toman como principio rector de sus decisiones. Maquiavelo cobró mala fama por escribir un manual sobre las ruindades que cabe hacer para conseguir o conservar el poder. Esa parece ser la guía presente y no te digo nada cuando determinadas decisiones se avalan como “Razones de Estado”. 

Pero hay que buscar latiguillos para encubrir algunas tropelías. Otro recurso manido, que denota al grado en que llegan sus trompeteros es rebuscar, y manipular, acciones parecidas o semejantes que realizara la derecha, especialmente Aznar, en su etapa de Gobierno. Partiendo de la base de que, en todo caso, éste no dijo desde la tribuna del Congreso o en los medios que nunca haría, “por principios” lo que luego ha hecho., hay un argumento que hace caer por su base el recurso: ¿Es que Sánchez y el partido que lo sigue imitan a la derecha y hacen lo mismo que aquella hiciera? Pero, ¿cómo iba a ser una cosa buena si lo hizo la derecha. La manipulación de datos y circunstancias es tan grosera que no vale la pena desmontarla. Es casi un recurso infantil, es decir aquello que “yo hago esto, pero tú más”. 

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