Opinión

Los policías gallegos heridos en Barcelona

Los dos policías gallegos heridos en Barcelona resaltaron que más que las pedradas sintieron el odio de los insurrectos que las tiraban. Sus ojos estaban inyectados como posesos. Con ocasión del acto celebrado el pasado día 15, en el Instituto de Criminalística Aplicada (Inica), que preside Luis Alamancos, de entrega de medallas al mérito profesional y académico, en el inicio de su segundo congreso en la Academia Galega de Seguridade Pública en A Estrada, fueron objeto de un especial homenaje los dos los policías nacionales gallegos heridos en los disturbios de Barcelona el mes pasado. 
Ambos agentes forman parte de la unidad gallega de intervención de Galicia, que tiene acantonados sus efectivos entre A Coruña y Vigo. Por ello se dio la circunstancia de que cada uno de estos agentes procediera de cada una de las ciudades. El peor parado de todos, que recibió una pedrada en la cabeza, que le ha producido graves lesiones fue el vigués Iván Álvarez. El otro agente herido que tiene que llevar un brazo en cabestrillo es el coruñes Ángel Manuel Hernández. Ambos centraron el homenaje y fueron objeto de un cálido y largo aplauso. El agente Iván Álvarez lleva un collarín y es el que tiene más graves secuelas dado la naturaleza de las lesiones. Al recibir la pedrada estuvo a punto de morir allí mismo, dado que el golpe le provocó un vómito que no pudo arrojar. Pese a que se va recuperando, no habla mucho. Dado su estado no vino a una cena posterior al acto de entrega.
Sí acudió el agente Angel Manuel Hernández, con graves dificultades para manejar el brazo derecho. Tuve ocasión de conversar con él sobre su experiencia. Me contó que esta vez no tenía queja, al menos en su sector, de la actuación de los mozos d´esquadra. En ese sentido, destacó que los violentos que los atacaban mostraban un odio en sus rostros que nunca viera en otras situaciones parecidas.
Está claro que los sediciosos se manejaban con disciplina de guerrilla urbana a la hora de formar el frente de ataque a la policía, pues penetraban en cuña en los puntos que creían más vulnerables, con el fin, como se ha visto en algunas imágenes, de abrir brecha y separar a los agentes para cargar y aislarlos, de modo que, dada la superioridad numérica, pudieran ejercer toda la violencia sobre policías aislados del grupo principal.
Esta táctica de guerrilla urbana no es espontánea, sino que tuvo que ser preparada de modo concienzudo. Los manuales al respecto explican lo que se ha visto en las calles de Barcelona: hay dos o tres vanguardias que se suceden en el frente directo, y luego una especie de masa de reserva que actúa en tromba.
Los policías gallegos y sus compañeros estaban en una posición a la que lograron llegar varias veces los asaltantes, aprovechando la retirada estratégica de la línea de mossos, de suerte que la policía nacional se vio cara a cara y cuerpo a cuerpo con los atacantes. Fue en ese momento en que, según el testimonio de los agentes, y pese a la confusión pudieron ver el odio expresado en los insultos y el rostro de los violentos.
De la conversación que tuve con estos dos policías me impresionó que no destilan rencor. Cumplieron con su deber. Pero son un par de chavales de su tiempo, como otros cualquiera, casi dos niños, que eligieron el honrado trabajo de policía. Fue un honor poder darles un abrazo en nombre de toda la gente buena y especialmente de los amigos de este foro que me lo encargaron. Y así se lo hice saber y por ello os trasmito que me dieron las gracias por sentir el apoyo y el cariño de la gente decente. Al acto de homenaje, pese a su carácter público, no asistió ninguna representación del PSOE.

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