Opinión

Las imágenes controvertidas del Día del Orgullo Gay

Una vez más, tras la celebración del Orgullo Gay y del movimiento LGBTIQ, en Madrid, ha suscitado amplios debates en las redes sociales, motivados sobre todo por la crudeza de algunas imágenes que, más allá del sentido lúdico y reivindicativo de la fiesta, se sitúan en la esfera de lo que la psicología forense califica como “parafilias” o, en su caso, perversiones. La diferencia esencial entre ambas es que las primeras trascienden de las preferencias de usos sexuales y entran en las previsiones del Código Penal.
“Ni un paso atrás, avanzamos en la plenitud de la libertad sexual”. ¿Y cuál es la siguiente meta? El movimiento LGTBIQ se enriquece y amplía cada año. Ahora, aparte de la L de lesbianas, G de gays, T de transexuales, B de bisexuales, e I de intersexo, se añade la Q del movimiento Quer, o sea la no identificación de una tendencia, la ambigüedad calculada. El intersexo va más allá de los roles masculino femenino. Es otra cosa. Ya hemos visto escenas de esclavismo y sumisión en la procesión del Día del Orgullo Gay. ¿Nuevas metas, nuevos objetivos, nuevas propuestas son libres expansiones de la sexualidad vivida en libertad u otra cosa sin barrera alguna?  Las siglas de la LGBTIQ sigue estirando. ¿Cuál será la siguiente letra a añadir? ¿Dónde para el movimiento? ¿Queda algún límite que superar?, ¿alguna barrera que derribar? 
Con carácter general, se consideran “parafilias” aquellas conductas que no responde al patrón sexual de la mayoría. No obstante, aunque no sean delito, la Psicología forense entiende que algunas conductas son propiamente perversiones, y como tales se cita las que se vinculan al dolor, la humillación extrema, etc. Actualmente las parafilias se entienden como las conductas sexuales, eróticas que no son comprendidas por la mayoría de las personas. Uno de los avances de la sociedad de nuestro tiempo ha sido precisamente, que tanto social como jurídicamente, salieran del listado de “parafilias” la serie de conductas, apetencias y preferencias que tienen como bandera el movimiento LGTBIQ. 
La psicología forense dejó de considerar parafilias conductas hoy normales, como la homosexualidad. Sin embargo, en los Estados Unidos, donde predomina en alguno de sus estados la rígida moral protestante, alguna práctica normal es considerada delito, incluso en privado. Hay que con sumo cuidado para no asociar como tales las llamadas “parafilias” con el movimiento LGTBIQ, con carácter general, simplemente como ejemplo extremo de lo que, en algunos países, aparentemente civilizados, como Holanda, tiene partidarios organizados, que defienden alguna de ellas como una opción sexual más.
Entre las cosas que hemos visto y se ven en este tipo de desfiles, donde algunos de sus participantes llevan a otros con collares de perro y todo tipo de evidencias de que uno es el amo y el otro el esclavo o incluso caretas de tortura y sumisión como las vistas en Madrid. Y es notorio que, basados en la propia la libertad personal, cuando hay aceptación mutua de los causahabientes, no tiene por qué tener límites, según entienden y nos dicen algunos. Lo que consideramos perversiones –aparte de ser delitos- son para otros meras fantasías y opciones personales, basadas en el consentimiento, por lo que producir dolor o sometimiento o enjaretarse con objetos, púberes o animales se considera perfectamente normal.
Es cierto que, a lo largo de la historia de la Humanidad, el placer sexual no ha estado exclusivamente vinculado a la cópula con otra persona del mismo o distinto sexo, sino que ha ido desarrollando (véase la variada muestra de muestras que nos legó la civilización griega en diversos objetos) a otras formas de relación. Roma, en su afán de codificar la vida social llamó a ciertos actos “contra natura” por entender que lo natural era una conducta distinta a la encuadrada en esta calificación. No obstante, la sociedad romana no se caracterizó precisamente por no imitar las mismas escenas que nos legaron las vasijas griegas.
John Money, estudioso neozelandés del tema de las parafilias en nuestro tiempo llegó a clasificar hasta 40 conductas y hábitos que situó dentro de la parafilia, algunas livianas, como el voyerismo, el travestismo, la imaginería sexual (con ayuda de objetos) y el fetichismo; otras graves como el sadismo o la pedofilia. E incluso dentro de estas conductas estableció categorías diversas. En el grado más extremo se entra ya en la esfera del Código Penal. Dentro de las conductas livianas se encuadra el exhibicionismo (mostrar sus genitales en público), pero el paidofilo o pedófilo no sólo es, según Money, el que quiere acostarse con niños, sino también el que toquetea a los menores o habla delante de ellos de términos impropios para su edad.
Lo que asombra cuando se estudia el fenómeno de la parafilia es la cantidad de conductas consideradas como tales como la Asfixiofilia: Es una perversión muy común, los deseos sexuales se despiertan por la fantasía de ser estrangulado(a) y llegar a la asfixia. Exhibicionismo: Si el individuo logra causar sorpresa, pánico o miedo, al mostrar alguna zona erótica en un sitio público y de manera ilegal, entonces puede llegar al orgasmo. El fetichismo es una exageración de la evaluación acentuada normal de ciertas prendas asociadas con el objeto amado. Masoquismo: La excitación depende del hecho de ser objeto de maltratos fisicos, abusos o humillaciones por parte de la pareja. Sadismo: Torturar, humillar o castigar a otro implica excitación. Travestofilia: Utilizar prendas del sexo contrario, especialmente intimas, constituyen deseo.
 

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