Opinión

El Consejo del Audiovisual de Cataluña no interviene nunca si se ofende a España

El Consejo del Audiovisual de Cataluña (Consell de l'Audiovisual de Catalunya) que en su día fue una novedad y se puso como ejemplo de lo que debería ser un órgano regulador para controlar los abusos y excesos en los medios audiovisuales, especialmente en publicidad, incumple sistemáticamente sus propios principios cuando el asunto se refiere a los ataques de TV3 al concepto de España y al resto de los españoles, en ocasiones, como la reciente con respecto a Andalucía, disfrazados de programas de humor. Si se consulta su web se comprobará que entre sus fines destaca como misiones fundamentales “garantizar la observancia del pluralismo político, social, religioso. Lingüístico, cultural y territorial de con la letra b del artículo de la Ley 22/2005, de 29 de diciembre de comunicación audiovisual de Cataluña. En cuanto al tratamiento informativo el CAC analiza si los contenidos emitidos cumplen la normativa en aspecto como la veracidad, la neutralidad, la objetividad, y la presencia de contenidos ofensivos”.
¿Ofensivos para quién? ¿Para Cataluña, para el resto de España, para otra región española, para un colectivo de ciudadanos? Este Consejo tiene manga ancha, pese a que invita a quien lo desee a poner en su conocimiento aquellos contenidos que incumplan sus propias normas que, por lo visto, no alcanzan a las tradiciones religiosas de Andalucía y a los andaluces todos de los que se ha hecho pública burla. Porque frente a la petición de disculpa por parte del Gobierno de Andalucía y de las asociaciones de andaluces en Cataluña y de la propia iglesia, los autores de la charada sobre la Virgen del Rocío y las tradiciones, peculiaridades y habla andaluza. Los responsables del espacio donde se emitió la parodia se han reafirmado con cierta chulería en sus contenidos de forma repetidamente grosera y nuevamente ofensiva.
Pese al tono conciliador del Gobierno andaluz y de las entidades de este país, reafirmando su orgullo por sus tradiciones. Como corresponde a una tierra con sentido del humor, del que se dan tantas geniales muestras en toda su geografía, el Gobierno andaluz había remarcado con rotundidad: "La sátira siempre es bien aceptada, el humor lo acepta prácticamente todo, pero la ofensa a todo un pueblo, a nuestro acento, a nuestras creencias, a nuestras costumbres y más desde una televisión pública pagada con impuestos de todos los catalanes es absolutamente intolerable".
El ahora silencioso Consell fue instituido por Ley del Parlamento de Cataluña para dotar a aquella comunidad de los medios necesarios para asegurar el cumplimiento de las normas que regulan los contenidos audiovisuales en materia de radio y televisión. Está formado por un presidente y doce miembros, elegidos entre personas de reconocida competencia técnica y profesional, adecuadas para las funciones que deben desempeñar. El CAC actúa por propia iniciativa o a instancia de particulares, profesionales, asociaciones, empresas o instituciones públicas. También recoge las demandas y las quejas de los radioyentes y telespectadores, y, en su caso, las canaliza a los medios de comunicación. Propone a la Administración la imposición de sanciones por infracciones a la legislación; asesora mediante informes a la Parlamento y a la Generalitat de Cataluña y, finalmente, ejerce tareas de arbitraje.
El Consell se ocupa esencialmente de atender dos aspectos: el ámbito de los contenidos de la programación y el de la publicidad. Por lo que se refiere al primero, cuida que se eviten programas que promuevan o estimulen la discriminación en razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra circunstancia personal; que ataquen los derechos fundamentales de las minorías y la dignidad de las personas, o que no se acomoden con el respeto que merecen la Constitución Española y el Estatuto de Autonomía de Cataluña. Eso dice la teoría. Y como era de esperar, de nuevo, se ha sacado del armario el argumento de que la charada de TV3 está amparada por la libertad de expresión. El Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha conformado, a lo largo de su existencia, la teoría de los límites a esa la libertad de expresión y reconoce que como en toda libertad o derecho existen límites éticos o morales, sobre todo cuando se ofende gratuitamente a otros sujetos que también tienen derecho a que se respete su dignidad. En ocasiones, los límites son simplemente estéticos o de buen gusto. Pero en el caso de TV3 la burla a las tradiciones andaluzas llevaba anexo, sin duda, el acostumbrado añadido de burla y odio a todo lo que se vincule a España y lo español.

Te puede interesar