Opinión

Berlanga habría hecho una gran película sobre el caso catalán

Si Berlanga viviera, seguro que encontraría en la ópera bufa en que deviene al proceso hacia la independencia Cataluña un excelente guión para una de sus películas tipo “La escopeta nacional”. A la gente sensata le tiene que dar vergüenza cada lance de este episodio al que ha conducido la inconsciencia de un hombre amortizado por su propia patética historia. No ha faltado de nada, hasta la pintoresca huelga de hambre, breve.
Cada vez que se habla de llamado “hecho diferencial catalán” o de los derechos de los catalanes, en cuanto a que son o puedan ser diferentes de los del resto de los españoles, yo invoco siempre el mismo apoyo, la Vecindad Civil, para subrayar que los catalanes son los españoles que residen en Cataluña o que cumplen determinadas condiciones administrativas; pero que fuera de eso son o deben ser iguales que los de la Almunia de Doña Godina, Barrallobre o Plasencia.
La sociedad catalana de nuestros días es un crisol variado de procedencias. Y no deja de ser una curiosa paradoja que algunos de los más radicales nacionalistas anti-españoles hayan enmascarado u ocultado el apellido de sus padres castellanos, murcianos o andaluces, para ser más catalán y superar el origen “charnego” de su estirpe y renegar de sus propias raíces.
Por lo tanto, fuera del reconocimiento de la historia y las peculiaridades culturales vernáculas, un residente en Cataluña, con independencia de cualquier otra circunstancia, es, a afectos políticos y constitucionales, un español como otro cualquiera, con idénticos derechos y deberes dentro de la comunidad nacional. Su única particularidad legal es la Vecindad Civil y sus efectos. Por lo tanto, huelga considerar que posea un derecho particular sobre aquel territorio como parte integrante de la nación española, cuyo futuro, en toco caso nos corresponde a todos. Y si se quiere cambiar esa situación y desgajar la comunidad catalana del resto del país no queda otro modo legal que promover la reforma constitucional. Parece obvio, pero se empeñan unos en otorgar a los catalanes derechos distintos de los de los demás y otros, seguir adelante a la brava.
Ya hemos visto los lamentos por el desenlace de la ópera bufa en que acabó el apoyo de los antisistema de la CUP a Mas, que para algunos sólo retrasa el camino hacia la república catalana que estuvo cegado desde que se les ocurrió proclamarlo.
Una mera circunstancia administrativa
La Vecindad Civil es una circunstancia administrativa que determina la legislación civil aplicable a los ciudadanos españoles, según el caso. Es una consecuencia necesaria de la coexistencia de los diversos regímenes jurídicos-civiles existentes en España: el Derecho Civil Común y los Derechos forales. Y no hay más. ¿Por qué ese empeño en insistir en que a los efectos del conjunto, Cataluña es diferente que aquí mismo cuenta con apoyos que denotan los propios complejos de inferioridad que padecen algunos? Un ejemplo de una de las pocas diferencias, es que mientras en Cataluña se casaban en régimen de separación de bienes, el régimen general en el resto de España era el de gananciales (la pela ha sido siempre la pela).
O sea, que son catalanes los españoles (descendientes de los francos o del moro Muza) que viven en Cataluña. Y como son como los demás, no tiene más derecho a decidir que el que tenemos los demás.
Pero el guión de esta comedia no se cierra con la decisión de los antisistemas. Va camino de convertirse en una serie, en una serie, en un culebrón como los que se fabrican en Colombia. Pero con menos gracia.
 

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