Opinión

Vamos a peor, es de temer

Vamos a peor. Quizá económica, moral y socialmente también. Pero, desde luego, políticamente. Y mira que era difícil empeorar en el marasmo de crisis política que arrastramos desde 2015. Si usted lo duda, no tiene sino que analizar el temario -es un decir- del debate 'a seis' que se celebró en la noche del martes en TVE. Y es que había muchos asuntos que jamás habían sido debatidos -es otro decir- anteriormente: nunca se había hablado en una campaña electoral de lazos amarillos, ni de mítines en las cárceles, ni de 'presos políticos' (ni de políticos presos), ni de indultos o no para golpistas, ni de si 155 sí o no. No hubo tiempo para ideas que sirvan para mejorar y modernizar el país y la vida de los españoles: estaban todos/as demasiado ocupados/as en el ataque mutuo, en que si usted ampara a los violadores (¿?), en que si el feminismo...
Me entraron ganas, si hubiese estado allí, claro, de preguntar "oigan y ¿qué hay de lo mío?". Pero ni usted, ni usted, ni yo, tuvimos oportunidad de preguntar a tan importantes señores/as. Uno, al fin, es apenas un cotizante que vota y paga los sueldos de los que allí estaban, bien moderados/as, por cierto, por Xabi Fortes, que arrostró cual marino gallego los embates de la televisiva batalla.
Pero fue el único consuelo. Recordé que en otros debates anteriores -yo contribuí a preparar el primero entre Felipe González y Aznar, allá por 1993- nadie atacaba la figura del rey y, si así hubiese sido, se habría defendido al jefe del Estado. Ni había chapas separatistas en ninguna solapa. Claro que tampoco había un interviniente como Gabriel Rufián, que va a encabezar en el Congreso de los Diputados, presumiblemente, un grupo parlamentario de, dicen las encuestas, dieciocho personas. Así que la bronca registrada en el debate televisado va a ser nada en comparación con las que vamos a ver en la Cámara Baja en la próxima Legislatura. Si es que hay próxima Legislatura y no repetición de elecciones, claro.
El caso es que, de momento, el debate son los debates. Que si la Junta Electoral Central se pasa a la hora de intervenir y prohibir (yo creo que así es). Que si Vox tiene o no derecho a intervenir: menuda prima para Abascal, que ahora va de víctima. Ya que no sale en la caja tonta, anda la formación muy derechista -¿se dice así?- enviando cartas a los electores: "la nación está en peligro". "Los medios de comunicación se han convertido en instrumentos de propaganda al servicio del poder establecido", dice la carta de Abascal, preludiando malos tiempos, si Vox logra propiciarlos, para periodistas 'malos', quizá como quien suscribe.
Dicho esto, yo hubiese permitido a Vox participar en el debate. Que saque a la luz su verdadero yo. ¿Para esto, para sufrir un revolcón a manos de la JEC, se ha dado una patada a la ya magra reputación de la televisión pública para favorecer a la privada? Si no es para albergar debates electorales y ofrecer la señal a todas las demás 'teles', ¿para qué nos gastamos el dinero en los medios públicos? Va siendo urgente regular los debates por ley, a base de fomentar, y no restringir, la libertad de expresión y de acción en las teles privadas, y no amordazar a las públicas. Pero claro, son tantas las cuestiones que necesitan reflexión y mejora, cuestiones que, por cierto, nunca aparecen en los debates, que para qué perderse en enumeraciones. No hay espacio para el listado.
Visto lo visto, ¿qué podemos esperar del debate del día 23, quede como quede el formato finalmente? Pues eso: mucha bronca. Las 'derechas' frente a las 'izquierdas'. O casi todos contra Pedro Sánchez, que se va a beneficiar de la situación, claro, a poco hábil que se muestre. La campaña se centra en la televisión, cosa, por lo demás, lógica. Pero que incita a la banalidad. O sea: ¿vamos a mejor? Pues no creo. Ya nos decía Pablo iglesias el otro día en una entrevista (en una cadena privada) que "si dices una gilipollez, sales en el telediario". Si lo sabrá él.

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