Opinión

Todo lo que no se ha hecho, que es mucho

Son estos días de 'fichajes' en la política; alguna sorpresa buscan depararnos los partidos, algún nombre inesperado de candidatos más o menos 'famosos'. Interesa, parece, eso mucho más que unos programas electorales que, incluso en el caso del PSOE, se elaboran más bien aprisa y corriendo, improvisando.
Quedan muchas cosas pendientes por hacer, porque el Gobierno que dentro de dos semanas entra en funciones no ha tenido tiempo, o quizá tampoco voluntad, para hacerlas. España ha estado, está, sometida a una enorme parálisis política. El Parlamento, al que le quedan apenas dos sesiones -que serán de batalla, claro-, ha estado bastante poco operativo y, cuando lo ha estado, ha sido para mantener comisiones de investigación que para nada han servido o para debates broncos que han debilitado la imagen de la 'clase política' entre la ciudadanía.
Lo primero, Cataluña. Nada se ha avanzado en un diálogo para llegar a una 'conllevanza'. Al independentismo, el gran culpable, claro, de la crisis política que vivimos desde hace más de tres años, no le interesaban, en el fondo, sino los fanáticos fines de Puigdemont y Torra, una catástrofe ambulante.
A los constitucionalistas apenas les atraía su propio triunfo en la escalada hacia La Moncloa, y se mantuvieron desunidos ante el desafío secesionista. Sin ideas, más allá de ganar tiempo, en el Gobierno central. Sin iniciativas, más allá de retornar a una aplicación 'dura' del 155, que de nada serviría, en la oposición. Y así estamos ahora, dependiendo apenas del buen criterio y de la mesura de un juez para que el 'juicio del siglo' no se nos vaya a todos de las manos.
Creo que tenemos muchos motivos de reproche a nuestros representantes, los del Ejecutivo y los de la oposición, a derecha e izquierda. Alguien tendrá que cargar con la responsabilidad de haber tenido que celebrar tres elecciones legislativas en menos de tres años y medio, y no vale culpar, claro, a los electores de que no hayan decidido una mayoría clara para gobernarles.
Nos hemos colocado, de golpe, en una situación 'a la italiana', con el riesgo de tener que volver a las urnas allá por el otoño, si este 28 de abril no se logra enderezar una senda de alianzas que devuelva la estabilidad y el sosiego a la encrespada política española. Y, a tenor de los primeros mítines que escuchamos, no parece que vaya a variarse mucho el endiablado mensaje que se cruzan, como espadas flamígeras, unos y otros y los de más allá.
Y aquí estamos, como digo, con todos los temas abiertos, pendientes. Ni reforma laboral, ni educativa ni, menos, de la Constitución, que todo se nos ha ido en fastos conmemorativos, en peleas y en demoras. Eso sí, la agitación ahora es encontrar nombres, nombres, aunque sean de entrenadores de fútbol o de baloncesto, o actores y actrices, cantantes, periodista 'afables', lo que sea, para seguir con la política-espectáculo. Y la casa, en la que se acumula el polvo, sin barrer.

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