Opinión

Menos mal, nos queda Nadal (y Portugal)

Tras las pasadas elecciones, el resultado que señalaron las urnas fue creando un clima que a algunos hace pensar e incluso añorar el bipartidismo y su alternancia. Personalmente opino que el pluralismo es bueno cuando sabe utilizarse. En definitiva, cuando sabe interpretarse el sentir del pueblo que es plural y diverso. Ya algunos medios han hablado del bipartidismo. Hemos aludido aquí varias veces a una conferencia de Rodríguez Ibarra en la que defendía el bipartidismo y además estaba en contra de las primarias y ponía sus razones que respetamos.

Ante nosotros se nos presenta un panorama político en el que lamentablemente la cohesión parece sumamente frágil en todos los partidos. Se nota que las cosas hechas de prisa y corriendo suelen salir regular y algunas formaciones políticas son de anteayer. Triste para España comprobar como hoy unos dicen digo y a la mañana siguiente se van con Diego o al mejor postor. En la mayoría de los partidos del arco parlamentario se están dando mutaciones difíciles de digerir y además. en cuanto tienen el acta que acredita su nombramiento en virtud “de la libertad de expresión”, salen en los medios y muchas veces con improperios impropios de sus señorías. Y después los muy discutibles pactos.

Hace un tiempo el presidente valenciano, Ximo Puig, afirmaba: “El PP y el PSOE siempre han sido las grandes ofertas, y eso es bueno”, reconociendo que en su día las maniobras para apartar a Pedro Sánchez fueron “un error masivo”. Desde su visión federalista y más cercana al ala nacionalista del PSPV, es un aliado de Pedro Sánchez en la gestión del desafío catalán a diferencia de otros líderes territoriales socialistas. Dice también que lo importante es mirar hacia el futuro. Y de eso se trata: de tener una mirada hacia una sociedad cambiante que requiere soluciones estables para el mañana sin las distracciones innecesarias del momento presente. 

La política española de la democracia, a mi modo de ver, ha cometido un error y ha sido la marginación, en su momento, de políticos de incuestionable valía. Y esto ocurre ahora con lo de las primarias que comentaba Rodríguez Ibarra en la conferencia susodicha. Se presentan unos cuantos que se supone que son valores de cada partido. Gana uno ¿y los perdedores? Pasan al más lamentable ostracismo. ¿Cuentan con ellos los ganadores? Se marginan de manera clamorosa. Y esto en todos los partidos, desde la derecha a la izquierda. Basta hacer un repaso. Y es grave, eso creo, porque en este país nadie es imprescindible. Sobran palos en las ruedas de los ganadores y es necesaria la colaboración de todos. Sobre todo en estos momentos de crisis de todo tipo, todos tienen que ser tenidos en cuenta y su colaboración imprescindible.

Los llamados “barones” de todos los partidos debieran ser tenidos más en cuenta y observaríamos que dicen cosas salidas de la experiencia de gobierno y también de sus años de servicio al país. Y entonces llegan a nuestra memoria aquellos personajes de la Transición española que fueron capaces de renunciar a muchas cosas con cordura y diálogo creando una concordia incluso unidos contra el terrorismo. Y en ese empeño se batieron a fondo la derecha y la izquierda. Baste citar algunos artífices de aquella época. Personajes, algunos ya muertos sin dejar fortunas, que fueron los artífices de aquel bipartidismo y la alternancia sin grandes estridencias. ¿Han tenido aquellos hombres y mujeres dignos sucesores? Esa es la cuestión.

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