Opinión

El difícil discurso del Rey en Navidad

De la Navidad tradicional quedan pocas cosas. Una, la lotería con los niños de San Ildefonso, que actúa -mire usted los periódicos- como uno de los pocos elementos de cohesión de todo el territorio español. Otra, el mensaje de Nochebuena del jefe del Estado a los ciudadanos, destinado a lo mismo: a tratar de unir los corazones de todos los españoles al menos esa noche. Cada año, este mensaje se ha ido produciendo en circunstancias más y más difíciles. El de este lunes bate todos los récords: nunca la Monarquía ha estado tan zarandeada; jamás, ni en los momentos más delicados de la Transición, el Rey se ha enfrentado a una coyuntura como la que se puede avizorar ante 2019.
¿Qué dirá este año Felipe VI? Parece que ha medido al milímetro este parlamento. Porque, dicen quienes tratan de colarse por las rendijas de los silencios de La Zarzuela, él sabe que cada una de sus palabras van a ser analizadas críticamente. Más que en los años anteriores. Y que, diga lo que diga, los portavoces del independentismo y del republicanismo, que son, desde luego, les guste a los primeros o no, una parte de España, van a poner en solfa este mensaje: todos ellos encontrarán que falta o sobra algo. Incluso algún pretexto para el agravio.
Hay que admitir que, desde que ascendió al trono tras la abdicación de Juan Carlos I, Felipe VI vive sus momentos más complicados. No solamente porque los 'indepes' catalanes se empeñen en la proclamación -pienso que imposible- de la República de Catalunya, lo cual exige, claro, desprestigiar al Rey, a su familia, a sus circunstancias... y a los partidos constitucionalistas; también porque el principal aliado del actual Gobierno de Pedro Sánchez, es decir Podemos, se empeña en frecuentes proclamas republicanas y de menosprecio a la actual forma de Estado.
Ignoro, desde luego, el contenido del mensaje, me insisten que 'institucional', del Rey, que estaba siendo ultimado este mismo domingo, tras todo lo ocurrido en Cataluña en los días pasados, y en medio de unas perspectivas novedosas en lo referente al gobierno de la tercera autonomía en importancia, Andalucía. Todos los frentes parecen abiertos: elecciones, seguramente también generales, en 2019; auge de un partido tan imprevisible -por decir lo menos- como Vox; quizá descenso -o no- de la tensión secesionista en Cataluña... Probablemente, nada de esto va a ser aludido por el Rey en su mensaje, que se limitará a consideraciones genéricas: diálogo y unidad territorial pese a las diferencias, respeto a la Constitución aunque con la posibilidad de introducir cambios en ella, etcétera.
Felipe VI es extremadamente prudente. Sus más cercanos asesores lo son aún más. No herir ninguna sensibilidad es su bandera y su divisa principal, aunque sea renunciando a los titulares sorprendentes. "El Rey no hace titulares", me dijo un día Juan Carlos I. A su hijo le enseñó a ser un profesional de la Corona, y eso es lo que Felipe VI es por encima de todo: un profesional en su trabajo, sabedor de que es el único que desempeña su labor, la de un jefe del Estado de por vida, en España. Y de que tiene que ganarse ese puesto laboral cada día.
Lo que ocurre es que hay días más significativos que otros. Y este lunes, Nochebuena, es uno de ellos. Los españoles raramente podemos escrutar el pulso de La Zarzuela. Tampoco, la verdad, el de La Moncloa. Esta semana tendremos ocasión de bucear en ambos palacios. Con el mensaje de Nochebuena y con la rueda de prensa 'abierta' que, el viernes, dará Pedro Sánchez tras el último Consejo de Ministros de este 2018 que, menos mal, se nos marcha, dejando tras de sí una crisis política de aúpa. ¿Qué dirán? Insisto en que las palabras del jefe del Estado corresponden a alguien que reina, pero no gobierna: como todos los años, buscaremos por dónde entrar al comentario. Tarea no sencilla, más allá de los de antemano previsibles elogios y ataques.
Yo confío en que, al menos, lo que el jefe del Gobierno diga tenga más de concreto que sus recientes declaraciones dominicales al diario 'La Vanguardia' tras el Consejo de Ministros en Barcelona y el encuentro 'apaciguador', creo, con Quim Torra. Necesitamos pistas para adentrarnos con algo de esperanza, algo, en 2019. Felipe de Borbón y Pedro Sánchez lo saben.

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